No te empeñes, amigo. Acéptalo. Deja de esperar que alguien le encuentre al asesino un remoto gen mozárabe o un architatarabuelo que combatiese contra Alfonso VI en la reconquista de Toledo. Salte un rato del estercolero de Twitter, desconecta unas horas la ardiente mensajería del teléfono . Quizá así tengas tiempo para concederte a ti mismo la oportunidad de sentir lo que la ira te ha impedido hasta este momento: un poco de compasión por el niño muerto. Si eres capaz de hacer un poco de autocrítica incluso es posible que comprendas que hay ya demasiada piromanía social para inventarse encima incendios. No era quien pensabas, ya está. Afloja el ceño, aunque los que te han calentado la cabeza sigan...
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