Los aforismos del escritor José María Ridao (Madrid, 1961) estallan en la conciencia de aquellos que se sumergen en ellos. Aunque él no los considera aforismos como tal, sino reflexiones existe en cada composición un gen literario, filosófico y cercano a la actualidad. En 'Cuadernos de Malakoff' (Galaxia Gutenberg) despliega diversidad de elementos que van de la ironía a la intuición poética . Tal y como cuenta a nuestro periódico, en junio de 2012 decidió dejar de colaborar en prensa y no aceptar coloquios e invitaciones. «El propósito era recuperar el tiempo que había perdido lidiando con los asuntos de actualidad, que son idénticos y banales día tras día». Durante los años que vivió en París y Washington , destinos diplomáticos elegidos que le proporcionaban tranquilidad para seguir con su periodo de reflexión, fue dándole forma a los tres cuadernos que conforman este nuevo libro y que en Nueva Delhi pasó a ordenador: «Fue el carácter fragmentario de estos apuntes lo que me hizo pensar en que podría ir depurándolos hasta convertirlos en aforismos», explica. La obra está dividida en ' Cuaderno rojo ', ' Cuaderno negro ' y ' Tercer cuaderno '. Además, cada uno de los aforismos, viene acompañado de un título. Su paso por la India y conocimiento diplomático se deja entrever a lo largo de la obra. En este sentido recalca que «India tiene en común con Estados Unidos el hecho de ser un país creado por una Constitución . La diferencia entre ambos radica en que, para los americanos, la Constitución marca el año cero, el comienzo de la historia. En India, por el contrario, han convivido dos ideas: una India constitucional y una nacionalista» esta última, según subraya, puede acabar dilapidando el potencial del país por el recorte de libertades y minorías religiosas perseguidas. Para José María Ridao un aforismo «consiste en expresar una idea mediante recursos propios de la poesía e incluso el chiste», pues importa más lo que no está expreso que lo que se dice. En ' Cuadernos de Malakoff ', el proceso de depuración se desliza desde 'Cuaderno rojo', donde lo aforístico se conjuga con la verdad, el universo , la figura de Dios o el nihilismo . Escribe Ridao en un aforismo titulado 'Presente continuo' que «La edad contemporánea no tiene fin» para luego rematar que «convendría ir pensando en cómo llamar a la edad que venga después de la Modernidad ». Ante los tiempos digitales que corren se muestra crítico resaltando que «las redes sociales están estupidizando al mundo», aunque matiza que «se pueden llegar a decir cosas inteligentes dependiendo del uso que se haga». El escritor no cree que la brevedad de los mensajes que han impuesto las redes nos permita hablar de «tiempos aforísticos», pues remarca que «un aforismo, en su brevedad, requiere al menos cierta inteligencia» y las redes sociales muestran lo contrario «dosis ingentes de impudor, irreflexión o banalidad». En 'Cuaderno negro', el autor se abre a la reflexión sobre las naciones: 'Nation building', 'Himno nacional' o 'Historia nacional' son algunos de los títulos que conforman el segundo cuaderno: «Los caracteres nacionales son una invención del romanticismo . Lo que sucede en España es que, desde 1993, se han generalizado unas formas de ejercer el gobierno y la oposición inspiradas por la grosería y la vulgaridad. La polarización política lleva a la crispación y no hay que descartar que la crispación acabe arrastrando al fanatismo». Son muchos los aforismos del escritor madrileño que calzan a la perfección con la política actual. Una de las corrientes que le marcó para potenciar la visión desplegada en algunas de sus obras fue el pragmatismo americano de Richard Rorty, ya que le pareció que sus reflexiones sobre la definición del "nosotros" «eran extraordinariamente útiles para hacer la crítica de la historiografía nacionalista española». En la recta final de la obra, se decanta por pequeños guiños a Freud en aforismos como 'Ser y estar', donde «el malestar es cultura». El autor insiste que, bajo su punto de vista, no hay que emprender ninguna lucha contra la corrección política , sino «recordar que la vía para reconocer, respetar y reparar a las víctimas son los tribunales, no la literatura o, en fin, la cultura».