El domingo, cuando ya había entrado la Virgen de los Reyes y los sevillanos clásicos comenzábamos el rito de los calentitos, escuché generales lamentos, en ese refinamiento estético que aquí sabemos calibrar al milímetro para la perpetuación de las tradiciones: —¡Qué lástima que a la Virgen no le haya dado el sol en la Puerta de los Palos! A la Virgen no le dio el sol en toda la carrera porque en Almonaster la Real y en Pilas saben que este año tenemos las cabañuelas ahuecadas, por eso está el tiempo agosteño de febrerillo loco, y no por lo que diga Mariano Medina. Pero es que aunque hubiese sido una mañana de agosto de las de toda la vida, a...
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