Cuando un niño va a estudiar un año académico fuera, se valoran multitud de variables… Sobre todo educativas y culturales . Pero hay una faceta que cada vez se valora más y es el crecimiento personal del menor , máxime cuando va a convivir con compañeros y en un hogar que van a ser muy diferentes de lo que conocía hasta el momento. Es una realidad, corrobora la asesora educativa Bárbara Gutiérrez, fundadora de 'Proyecta el futuro', que «las familias que envían a sus hijos un curso al extranjero para potenciar un idioma y mejorar su rendimiento académico cada vez valoran más las 'experiencias personales'«. Este tipo de experiencia, que va mucho más allá de lo curricular y puramente académico, apuntan Elena y Borja Ortega, asesores educativos de TEAMup! , aporta innumerables beneficios. La exposición a nuevas perspectivas, aseguran estos expertos, «enriquece la comprensión del mundo de un adolescente. Esta experiencia fomenta la apertura mental, la empatía y una mayor apreciación de la diversidad. Los adolescentes que estudian en el extranjero tienden a ser más tolerantes y abiertos a diferentes formas de pensar y vivir». La realidad es que «es natural que la idea de estudiar en el extranjero despierte cierta inquietud en los adolescentes y sus padres. Esta ansiedad se supera, y podemos asegurar que la gran mayoría de los estudiantes internacionales se adaptan perfectamente y disfrutan de una experiencia maravillosa en un nuevo entorno escolar y familiar». ¿Cómo lograr que una estancia así sea exitosa? Según los asesores de TEAM up!, «existen distintas estrategias para favorecer la adaptación del estudiante en el proceso de adaptación a su nueva vida en el extranjero». Desde luego, hay que preparar la estancia con anterioridad . Un tiempo antes de la partida, indican estos expertos, «es crucial preparar al adolescente para lo que le espera. Esto incluye investigar sobre la cultura, costumbres y sistema educativo del nuevo país. También es útil establecer expectativas realistas sobre los desafíos que pueden surgir». En el caso de que el estudiante vaya a una familia, apunta la asesora educativa Bárbara Gutíerrez, «será fundamental prepararle los meses previos ofreciéndoles diferentes pautas y consejos que faciliten la adaptación en su nuevo hogar, ya que aunque puede ser una experiencia enriquecedora, también supone un desafío». Una vez el menor tiene conocimiento de quien es su familia para el curso académico, se recomienda en la mayoría de los casos que establezcan contacto con la familia con antelación, con el fin de presentarse y empezar a crear un vínculo. «Que el alumno establezca una comunicación abierta -asegura Bárbara Gutiérrez- es un pilar fundamental una vez llega a la familia para la tener claras las expectativas y normas de convivencia, mostrando interés en el día a día para ir creando esa unión». Además, prosigue la asesora internacional de 'Proyecta el Futuro', «es recomendable tener una comunicación limitada con España para adaptarnos lo antes posible, así como tener una participación activa e involucrarse en la vida familiar, lo que facilita dejar en un segundo plano el uso de la tecnologia». En este sentido, la flexibilidad y una actitud positiva recalca Gutiérrez, «será una cualidad importante que ayudará adaptarse a las diferentes rutinas, horarios, estilos de vida respetando las costumbres y tradiciones del país».