A partir de hoy se empieza a cerrar uno de los ciclos políticos y morales más grotescos de nuestra historia reciente. Habríamos querido un fin de fiesta más eufórico pero es indiscutible la victoria. La detención de Puigdemont, con el circo que el expresidente quiera regalarnos , y la investidura de Salvador Illa, que probablemente no se haga efectiva hasta el sábado o el domingo, marcan el principio de un tiempo nuevo y el final de una etapa demasiado importante como para hablar de ella en tercera persona. Todos hemos formado parte de este momento y deberíamos preguntarnos cómo hemos estado. No sé si podemos estar muy orgullosos de la tanta atención que hemos prestado al vaquilla catalán. No estoy...
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