Son éstos días en los que, con las Olimpiadas , dejamos a nuestros sentimientos correr al ritmo que Noah Lyles devora los cien metros lisos en París. Nos derrotan las lágrimas de Carolina Marín; nos gana el hambre de Alcaraz, al que, pese a su deslumbrante porvenir, le sabe a poco su plata ante el gigantesco Djokovic; nos derrumbamos con el hundimiento súbito de Rahm; nos noquea la eliminación de nuestro Rafa Lozano Jr a las puertas de la gloria o saltamos como locos con el oro de Botín y Trittel en vela. El deporte es una imitación de la vida . Como ésta, lo tiene todo: alegrías, tristezas, crueldad o ejemplos a seguir. Por eso es lógico que nos...
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