Julien Alfred colocó este sábado a un país desconocido en el panorama olímpico en lo más alto de la velocidad mundial, Santa Lucía , una isla del Caribe oriental que jamás había pisado un podio olímpico. Y de repente, un talento de 23 años que ya había apuntado sus cualidades a lo largo de la temporada, apareció en la pista morada del Stade de France para arrasar a sus rivales y hacer sonar en el estadio un himno totalmente desconocido en los Juegos Olímpicos . Pero Alfred no es una desconocida. Entrena en Texas (Estados Unidos) y el pasado año ganó el premio Bowerman a la mejor atleta universitaria, así que estamos hablando de un talento emergente que explosionó con dos actuaciones perfectas. Ya en semifinales batió a Sha'Carri Richardson y afrontó la final con toda la confianza del mundo. Allí ya no estaba una de las grandes damas de la velocidad, la jamaicana Selly-Ann Fraser Pryce, que se lesionó antes de la semifinal y los aficionados se quedaron sin ovacionar a una doble campeona olímpica de los 100 metros que se despide del atletismo al final de la temporada y que ha completado sus quintos Juegos. Sin Selly-Ann, ni Shericka Jackson y Elaine Thomson, vigente campeona olímpica, Jamaica quedó totalmente fuera de concurso . Demasiadas bajas por lesión. Había que buscar una nueva reina y el foco apuntaba a Estados Unidos, pero con la puesta en acción de las finalistas, la atención giró al instante hacia esa velocista de Santa Lucía que arrancó mucho mejor que sus rivales y que aprovechó esa ventaja para crecer, creer y volar hacia un oro que ganó con unos sensacionales 10.72. Por detrás, Sha'Carri, saliendo mal como casi siempre, remontaba hasta la segunda plaza, mientras que su compatriota Jefferson completaba el podio. De este modo, Estados Unidos sigue sin recuperar ese trono de la velocidad que se resiste desde Gail Devers nada menos que en Atlanta 1996, hace ya 28 años. Marion Jones ganó en Sídney 2000, pero su oro fue retirado en 2007 por cuestiones de dopaje. Desde entonces, Yulia Nesterenko, Shelly Ann Fraser Pryce por dos ocasiones y Elanie Thomson Herah en los dos últimos Juegos habían alejado a Estados Unidos del oro. Cuando se pensaba que era el momento de Richardson después de su victoria en el pasado Mundial de Budapest, apareció una bala que para más dolor estadounidense entrena en Texas a las órdenes de Edrick Floreal y que procede de un país que tiene 183.000 habitantes, por los más de 330 millones de personas que residen en Estados Unidos. Floreal conoció a Alfred cuando la joven entrenaba en Jamaica. Nacida en Castries, la capital de Santa Lucía, descubrió su talento para la velocidad en la escuela y fue su profesor de educación física quien la convenció para que se apuntara a un club de atletismo. Su héroe de la infancia era Usain Bolt y Alfred soñaba con algún día hacer algo así, pero cuando falleció su padre, decidió dejar el atletismo . Menos mal que su profesor estuvo cerca y la convenció de regresar. En 2015 se mudó a Jamaica para asistir a St Catherine High School, donde estuvo bajo la dirección del entrenador Marlon Jones. «Mientras estaba en la escuela secundaria en Jamaica, vi entrenar a Floreal con Sydney McLaughlin, con Jasmine Camacho-Quinn, y yo quería estar con un entrenador así». El encuentro llegó en 2019 y Alfred pasó a estudiar en la Universidad de Texas, donde reside y entrena para convertirse en una estrella de la velocidad y alguien que será recibida en su país como una heroína. En una entrevista previa, Alfred reconocía que «tengo muchos seguidores en casa que dan mensajes a mi familia y ellos me los transfieren a mí. Definitivamente quiero una medalla en París en los 100 y 200 metros». De momento ya tiene una de oro en la prueba reina de la velocidad. Esos 200 metros a los que se refiere Alfred serán la reválida de lo que sucedió el sábado, pero mucho tendrán que mejorar las velocistas estadounidenses si quieren ponerse a la altura de esta caribeña que hizo una demostración con su salida y una marcha que augura grandes cosas en el doble hectómetro. En juego estará el orgullo de Estados Unidos, que no puede permitirse una nueva derrota en la velocidad.