Con poco más de diez años, Joaquín Mesonero, empezó a acompañar a su padre, El Oliva, caballero principal de la orden de Los Ratones que comandaba la sangre de los Franco. Fueron verdaderos sísifos del costal que bajaban del andamio, dejaban de estibar en el puerto o arrastrar cajas de pescao en las lonjas, para meterse bajo un palio y demostrarle a Sevilla lo grande que eran . Pese a sus tallas de pitufos. Eran decimales en la cuenta larga de las cuadrillas sevillanas. Pero qué decimales, qué fracciones más enteras, qué cuartos más completos. Con aquella cuadrilla de los Franco, el Oliva, uno de sus ratones más polivalentes, que entraba igual en un costero que en la delantera de...
Ver Más