Para muchos, no hay verano sin playa y es frecuente estar todo el año imaginando esta época del verano en que uno puede ir a pasar el día bajo una sombrilla y escuchando el ir y venir de las olas. Afortunadamente en España, y especialmente en algunas regiones como Cataluña , hay múltiples opciones para cumplir ese sueño sin tener que coger el avión. En este sentido, el litoral catalán es uno de los más completos para los amantes de la playa: su costa tiene 580 kilómetros de longitud sin grandes accidentes geográficos y que engloban parajes de ensueño . Entre ellos, seguramente, destaca la Costa Brava y sus calas espectaculares, puesto que esta zona gerundense siempre ha sido muy turística. Sin embargo, cada vez más miradas enfocan hacia el sur de Cataluña. Y es que la provincia de Tarragona es la que más kilómetros de playa tiene. Históricamente se conocía su Costa Dorada, con las zonas de Altafulla, Torredembarra, Salou o Cambrils como puntos más populares y en los últimos tiempos ha emergido como zona turística el extremo más sur, el Delta del Ebro, que también tiene playas salvajes. La región tiene más playas que cada vez se conocen más, como las de la zona de L'Ametlla de Mar y sus alrededores, que nada tienen que envidiar con la Costa Brava. Y es que esa zona está plagada de calas recónditas que, aunque cada vez gozan de más popularidad, no cuentan con la misma masificación que las del Ampurdán. Una de ella, la Roca de l'Illot , acaba de ser nombrada ahora «la cala más bella e inaccesible del sur de Tarragona» por al prestigiosa National Geographic. La popular revista ha resaltado que Esta no es para nada similar a las típicas playas de la Costa Dorada, largas y con aren fina y llegar hasta este paraíso requiere de una buena caminata por senderos de pinos, de unos 50 minutos . La cala pertenece a L'Ametlla de Mar, que tiene otras similares y algunas más accesibles. La Roca de l'Illot está a unos cinco kilómetros al sur del núcleo del municipio y es un sitio idílico para todos, inclusive para los amantes del buceo. «Es una diminuta cala de guijarros rodeada por un roquedal de tonos rojizos por el que se descuelgan los pinos como si quisieran rozar el mar turquesa con sus ramas», remarca el portal de viajes, que resalta su «juego cromático» y habla de «un escenario bucólico », aunque deja claro que allí no hay ni chiringuitos ni otras instalaciones. «A aquí se llega simplemente para disfrutar de la naturaleza en estado puro», incide. Por su roca, esta cala vive momentos con la playa partida en do s cuando sube la marea. Cuando, por el contrario baja, «se une a tierra firme por una pequeña franja de arena blanca y fina que forma un delicado tómbolo. A través de él se accede entonces a la otra parte de la playa, que es más arenosa y espaciosa». La 'pega', si es que puede tener una, es que no es fácil llegar hasta allí. Quienes quieren darse un baño en la Roca de l'Illot deben coger el sendero GR-92 entre L'Ametlla y El Perelló, una zona por la que pasa la AP-7 y la N-340. A los intrépidos que quieran ir al camino también se pueden encontrar con otro inconveniente: quedar embobados en alguna de las otras calas de la zona.