Después de un partido como el Nadal-Djokovic del mediodía, la Philippe Chatrier se despeja la tensión con un choque de los divertidos, con este príncipe del tenis que es Carlos Alcaraz, que tiene todo lo necesario para seguir la estela de quienes han pasado justo por esta pista hace apenas unas horas. Aunque los pisteros pasen la esterilla en cada set, ahí se ha quedado para siempre el que ha sido el capítulo 60 de una rivalidad magnífica entre dos tenistas únicos. De ellos ha bebido Alcaraz, como recordaba el serbio cuando lo superó el año pasado en Wimbledon: «Tiene cosas de Federer, de Nadal y mías». Pero es Alcaraz también único y exclusivo. Un talento trabajado tanto en lo físico como en lo emocional para convertirse en el mejor tenista del momento. Ganador de Roland Garros y Wimbledon en los dos últimos meses, se está divirtiendo en esta primera aventura olímpica. Tembló un poco al principio en su estreno ante Hady Habib, y tomó nota de algunos detalles que tenía que mejorar. Pero es alumno aplicado y en su segunda actuación, ya en la Chatrier que aprendió a domar en junio, se deshace de Tallon Griekspoor con un partido más serio, aunque con alguna dificultad añadida. Necesita poco este Carlos Alcaraz para apagar al neerlandés en el primer set. Una buena colocación en los restos para controlar el buen saque del rival, seguridad con los suyos propios, esa derecha descomunal con la que atiza sin remordimientos y un par de toques sutiles con la muñeca para dejar fuera de juego y de pista al rival. Porque Griekspoor se deshace en errores y cuando tiene el control no sabe qué hacer con él. Así que lo regala con frecuencia ante un Alcaraz que no desaprovecha ni una. Sin embargo, en otra de esas desconexiones tan suyas que ya no se entienden sus partidos si no aparecen, comienza a trastabillarse con los desplazamientos y la derecha se queda sin pólvora. Aprovecha el neerlandés para sacar ese mejor tenis que se le presuponía, pero que no había podido desarrollar. Y llega a todo mucho más firme para forzar la máquina del español, al que le cuesta sacar sus saques adelante y no encuentra forma de apretar al resto. El público se anima con los ánimos del neerlandés, que había estado desaparecido y ofrece una versión mucho más aguerrida y se divierte más. Se igualan las fuerzas y no hay líder que rompa la estabilidad, cada uno pelea con todo en su servicio y se defienden las bolas de rotura a pura potencia. Así que el partido se decide en el tie break y ahí, Alcaraz lleva la ventaja. Que ya ha pasado muchas veces por esta situación, esta tensión del alambre en la que vuelve a sentirse fuerte y superior. Dos saques directos, la derecha que acribilla de nuevo y deshace el plan de juego de Griekspoor, que ya no puede mantener el ritmo y cede a la primera ante el príncipe de esta pista. Ya en la siguiente ronda olímpica para seguir divirtiéndose con el público de todos los países y para seguir acercándose a esa medalla que ambiciona.