Madrid es centro de la buena mesa con indiferencia de la época del año; la geografía permite un cúmulo de productos de alta calidad de un rincón a otro de la comunidad. Verdad es que las altas temperaturas imponen una dieta más alta en contenido líquido, que las carnes están mejor para otros meses más de leña, pero eso va siempre a gusto del consumidor. Es por eso que un mercado está para que la despensa tenga género para la nutrición y para el capricho. Este próximo sábado, a pesar y razón de los calores, la Cámara Agraria de la Comunidad de Madrid ha fechado la celebración de su tradicional Día de Mercado en su sede, en la Casa de Campo, el próximo sábado día 3. Se trata de una jornada marcada en el calendario en la que los productos que contienen más agua de la rica huerta madrileña serán los protagonistas. El consumidor precisa vitaminas y frescura, y en este evento, el 'gourmet' y el curioso pueden saciar el estómago de la forma más directa. Del tenderete del mercado a su propia boca; a tal efecto hay dispuesto un amplio muestrario de lo que es capaz de producir el suelo de la región. Los consabidos pimientos, los tomates reventones, las berenjenas o los calabacines. Productos recogidos el día antes para que no pierdan ni un ápice del sabor que da siempre lo reciente. Así es como saben los campos de labor de localidades como Villa del Prado, Perales de Tajuña, San Martín de Valdeiglesias, San Martín de la Vega o Fuenlabrada. Productos exentos, además, de la huella de carbono. Porque lo natural no sólo se dice, también se practica. Lógico que siendo agosto se sienta la ambrosía de un lugar y de un oriundo estelar de la localidad de Villaconejos: su famoso melón. Así está establecido en la jerarquía del mercado del sábado, y así los visitantes podrán contemplar las técnicas ancestrales que se emplean para encontrar el mejor ejemplar de esta fruta, que es algo así como la consagración del verano. Son muchos años los que José Carlos Velasco lleva a sus espaldas dedicado en cuerpo y alma a sacar de la tierra la ambrosía de su localidad. Sólo por eso, merece la pena pararse y escucharle las diferencias entre las variedades: del de piel de sapo al mochuelo. Cada uno con su dulzor, con su textura, con su evocación de un verano que es distinto para cada paladar. Cuenta la historia que un soldado español trajo las semillas a la localidad , y allí germinaron, frutalmente propagadas. Se ha mencionado antes que la canícula espanta las buenas carnes, pero eso, como las variedades del melón, va por gustos. Quién desee un aporte proteico puede elegir entre ternera, cabrito de Bustarviejo o cordero de Colmenar Viejo, y llenar la bolsa de la compra en un sábado de agosto. Eso sin contar la variedad láctea que ofrecen estas latitudes. Ocho queserías artesanales ofrecerán vibraciones distintas de acidez, cuerpo, entrada en boca. Más allá, un mercado equivale al epicentro de la dieta mediterránea. Pan, leche, miel y aceite de oliva virgen extra también forman parte del muestrario alimenticio del Recinto Ferial de la Casa de Campo. En todo mercado prima el buen ambiente, el sano regate, sin que un hilo musical industrial lleve al comprador por rutas divergentes a la de sus instintos. En esa tradición cultural del mercado, está el aperitivo. Por ello hay dispuestos ahumados elaborados en Madrid a remojar con vinos, cerveza o vermut vernáculos. El horario, de 10 a 15 horas. Tiempo hay de pensar y repensar la lista de la compra.