Nino Salukvadze pensaba retirarse tras los Juegos Olímpicos de Tokio. Ya tenía 52 años y una larguísima carrera deportiva detrás, pero su padre y entrenador Vakhtang Salukvadze la animó para completar un nuevo ciclo olímpico. Su fallecimiento, poco después, convenció definitivamente a la tiradora georgiana, que ha convertido su presencia en París en el mejor homenaje que puede hacer a su progenitor. Porque Nino ya es leyenda olímpica al sumar a sus 55 años diez participaciones en los Juegos y alcanzar lo que parecía imposible, el registro del jinete canadiense Ian Millar, que completó en Londres 2012 y con 65 años sus diez participaciones. En Tokio, con su participación en la clasificatoria de pistola de aire comprimido de 10 metros, Nino ya había alcanzado el honor de ser la mujer con más participaciones olímpicas con nueve, pero su concurso este fin de semana en la misma prueba y el próximo viernes en 25 metros la llevan más allá, porque a diferencia de Millar, la tiradora georgiana ha completado la decena de forma consecutiva , sin faltar a una sola edición de los Juegos. Su carrera es tan extensa que ha defendido la bandera de tres países diferentes desde aquella lejana edición de Seúl 88 cuando una joven Nino ganaba el oro en la distancia de 25 metros con tan solo 19 años. Empezó compitiendo con el equipo soviético, después defendió al Equipo Unificado y después, con la llegada de la independencia, es una de las referencias del deporte en Georgia. De hecho, fue abanderada en la ceremonia inaugural de Londres 2012. Para situarnos, en su primera participación olímpica saltó el escándalo de dopaje del velocista Ben Johnson tras ganar a Carl Lewis, todavía no había caído el muro de Berlín, internet y los móviles eran cosa del futuro, en España Felipe González era presidente y en la televisión sólo existían dos canales... Su palmarés tiene la culpa de ser tan conocida entre los suyos. No son solo sus diez presencias en los Juegos. Además del oro de Seúl en 25 metros ganó la plata en 10 y un bronce con Georgia en Pekín 2008, en lo que supuso la primera medalla de su país en unos Juegos. Para la historia quedó su abrazo en el podio con la rival rusa que quedó segunda, mientras sus países se encontraban en plena guerra, un gesto que fue reconocido como un ejemplo de paz olímpica. Además, cuenta con un amplio palmarés en mundiales y europeos. El mayor problema que ha encontrado Nino para mantener su nivel competitivo no es la edad, sino las condiciones de entrenamiento. Cuando competía por la URSS tenía todo a su alcance, mientras que cuando pasó a ser georgiana, la situación después de la guerra no era la mejor y tuvo que buscarse la vida para poder entrenar. « La pistola con la que entreno tiene más años que yo », recordaba en entrevistas en las que admitía que su preparación para las competiciones no era la mejor. Pero tiene sus recompensas. La de representar a su país y la de darse el lujo de ir a unos Juegos con su hijo. De hecho, en Río 2016 Nino y Tsone se convirtieron en la primera madre e hijo en competir juntos en el evento olímpico. Ella, por supuesto, es su entrenadora. Tras participar en Tokio, parecía que había llegado el final de su carrera deportiva. Pero si un padre te pide que lo intentes, toca replantear las cosas. Y si ese padre fallece, seguir se convierte en la mejor forma de homenajearle. Y por eso está Nino en París. Por su padre. Los récords son secundarios, pero desde este fin de semana, Salukvadze ha vuelto a hacer historia para Georgia, mejorando los registros de un Ian Millar que tenía 65 años cuando alcanzó su gesta. Nino lo ha hecho con 55 . ¿La veremos en Los Ángeles 28 ? De momento, queda su participación en la distancia de 25 metros.