Los disparos en los puestos de la feria son habituales en España. Alberto Fernández disparaba al plato por diversión hasta que obtuvo una plaza para los Campeonatos de España. Su afición le ha permitido regentar una página de camisetas y ha escrito, en colaboración con Diego Gutiérrez, un libro sobre el espíritu olímpico. Todo regentado por el equilibrio de la salud mental que refleja en sus entrevistas. Proveniente de Toledo , arrancó su periplo con el tiro al plato en los Campeonatos de España, donde se comenzó su carrera hasta obtener el oro olímpico . A raíz de su victoria con Fátima Gálvez en Tokio patentó su triunfo. Junto a su pareja, Bea Martínez Sordo , quien también practica el deporte, comenzaron la creación de una página de camisetas. En un principio las camisetas marcaban el tráfico de la web, sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento de la ventas se comenzaron a añadir diversos artículos. La imaginación de los accesorios , con dibujos relacionados con el tiro al plato, han rentabilizado el triunfo olímpico. Las campañas publicitarias del negocio marchan desde el uso de las cortinillas de 'Netflix' para la promoción de gafas hasta el apoyo de las más pequeñas de la familia. Su hija Manuela es la imagen de los chalecos para los primeros pasos de los tiradores. Al contrario que la mayoría de deportes, en el tiro al plato se puede descansar sin la necesidad de entrenar todos los días. Alberto, tras obtener su victoria en los Juegos Olímpicos disfrutó de un mes de vacaciones. La desconexión le permitió recuperar fuerzas para las competiciones. Siempre ha expresado que el equilibrio en la salud mental ha sido su marca de identidad . En su libro, 'Espíritu olímpico' recuerda su primera cita olímpica, donde comenzó a competir con gente de todas las edades. El no poder continuar con sus registros ganadores en Pekín, le obligó a cambiar sus entrenamientos , donde prima la salud mental: «Cuando salí de los Juegos y quedé de los últimos, el 30 de 36, pues no lo entendía, y ¿qué hice el día que llegue a España? Llegué por la noche, con 'jet lag', y al día siguiente me fui a entrenar. Eso fue lo peor que pude hacer», explica el toledano. La propulsora del cambio fue su pareja. Alberto con las conversaciones con su entrenador consiguió mejorar sus prestaciones y llegar a disfrutar de un mes sin competición tras los Juegos Olímpicos.