AGQ Labs vive un año intenso en la adquisición de nuevas compañías. Esta firma sevillana –que opera en más de treinta países– analiza en sus laboratorios y centros tecnológicos más de un millón de muestras cada año procedentes de 8.000 empresas de sectores como la agricultura, la minerometalurgia, la alimentación o el medioambiente. El pasado abril compró el laboratorio jiennense Unaproliva (especializado en el sector del aceite de oliva) y a inicios de julio selló la integración de Microchem (grupo sudafricano con un negocio de más de cinco millones de euros). «El mundo está cada vez más preocupado por lograr alimentos y productos saludables, seguros, inocuos, sostenibles... y nosotros hemos desarrollado tecnología y conocimiento que aporta soluciones para que esto ocurra», asegura Estanislao Martínez, presidente de AGQ. —Microchem ha sido una adquisición importante. ¿AGQ está apuntando ya a empresas de más volumen? —Es mayor a otras operaciones, pero sigue con nuestro patrón de adquisiciones: buscamos empresas con un ebitda superior al 20% sobre los ingresos, que realicen ensayos avanzados y tengan potencial para crecer con las sinergias que aportamos desde AGQ. Microchem es líder en el sector 'food', desarrolla análisis de los requerimientos que se exigen a los alimentos; pero no estaba presente en sectores como el agronómico, donde somos especialistas. En Sudáfrica ya contábamos con un equipo técnico propio pero carecíamos de un laboratorio y esto limitaba nuestro grado de penetración... Ahora ya lo tenemos todo para elevar nuestro peso en este mercado y abordar países cercanos, como Namibia o Kenia, que son importantes productores de cultivos de alto interés económico orientados a la exportación. —La operación de Unaproliva en Jaén es diferente: es en España y de menor tamaño… —Pero cualitativamente relevante, porque es una 'boutique' especializada en el sector del aceite de oliva, y uno de los pocos laboratorios acreditados por el Comité Oleícola Internacional. Sean grandes o pequeñas, las operaciones conllevan meses de análisis y negociaciones, y consumen un tiempo valioso, por lo que hay que ser selectivos desde el inicio y apostar por incorporaciones con un valor diferencial. Ahora estamos con una negociación abierta en Portugal y otra en Francia. —¿Qué peso tendrán las adquisiciones en el crecimiento de la firma? —En 2023 cerramos con unos ingresos de 63 millones y este año, solo de manera orgánica, esperamos alcanzar los 71 millones (un 12% más). Si contamos las operaciones corporativas que estamos acometiendo nos acercaremos a los 80 millones. —Se cumplen cuatro años de la entrada de Portobello en AGQ con un 35%. ¿Es un paso que ha acelerado el crecimiento? —Se cumplen los objetivos por parte de ambos, que no eran solo crecer. Nosotros incorporamos un fondo porque la compañía ya estaba muy profesionalizada y queríamos dar un paso que nos obligara también a la máxima profesionalización de los órganos de gobierno. Queríamos, además, que fuera un socio en minoría para que no cambiase nuestra fisonomía ni el plan estratégico, basado en la innovación permanente para crear nuevos servicios y ser más rápidos y eficientes en aquéllos que ya prestamos. No se trata de crecer por crecer, sino de mejorar, y lo hemos conseguido. El fondo, por su parte, participa en un proyecto en permanente expansión. —¿Cuál será la fotografía de AGQ Labs en 2030? —Tendremos unos ingresos aproximados de 200 millones, un posicionamiento geográfico más global y nuevas verticales que completarán nuestras capacidades en agricultura, alimentación, servicios ambientales, minería y 'pharma'. Queremos estar en Francia, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y expandir nuestra huella en EEUU. También avanzaremos en valor, con un 'mix' de tecnología y conocimiento que nos permite vender soluciones avanzadas. —¿Cuál es el perfil de las empresas que compiten con AGQ? —Son 'players' cada vez más grandes, en algunos casos con facturaciones de 2.000 y 4.000 millones y presencia global. Nosotros tenemos un posicionamiento muy bueno en cada uno de los países donde estamos presentes, y competimos bien mercado a mercado. También son claves nuestras personas, que están alineadas con el desarrollo de la compañía; nuestra visión es tratar de dar respuesta a las expectativas de desarrollo profesional de cada uno de nuestros empleados y eso solo se puede lograr creciendo. —¿La transformación digital también va a revolucionar este sector? —Es un aspecto que hemos interiorizado desde el inicio. Nuestra primera salida internacional fue a Chile en 2001, llevamos técnicos pero traíamos las muestras a Sevilla, y la logística y la información de los resultados debía ser muy ágil para responder en un plazo adecuado, lo que nos exigió crear los primeros desarrollos digitales para compartir la información rápidamente. Ahora desarrollamos una plataforma que nos permite llegar de manera inmediata a los clientes, con sistemas más desasistidos, con más calidad en el tratamiento de los datos, evitando cuellos de botella… y permitiendo que nuestro valor diferencial, que son los profesionales, puedan llegar más lejos. Nuestro valor es que tenemos una experiencia de 30 años en mercados muy diferentes, y la digitalización nos ayuda a convertir todo nuestro conocimiento en soluciones más eficaces. —¿Cuál es el siguiente reto de AGQ? —Estamos, por ejemplo, con el proyecto microbioma. ¿En qué consiste? En diseñar soluciones para la agricultura del futuro, que reducirá al máximo la química por coadyuvantes orgánicos, como hongos y bacterias, lo cual requiere conocer qué pasa en el suelo con tecnología de nueva secuenciación genómica y bioinformática. Y esta nueva tecnología también será importante en otros tipos de análisis, como el de las aguas residuales. Es otro ejemplo de que avanzamos a largo plazo con I+D.