«Sonrisa» y «alegría» son los sobrenombres de Jesús (59) un venezolano con un variopinto curriculum laboral que incluye trabajos como productor de televisión, tripulante de cabina o profesor de inglés. Incluso se dedicó a predicar el Evangelio durante un tiempo. Afincado en León desde hace más de un año, asegura que le gusta compartir su esencia con los demás, y a poder ser, también con una pareja. Pero al no haber encontrado todavía a su media naranja, acudió este miércoles 24 de julio a 'First Dates' aspirando a dar con una mujer «agradable, simpática, amena y entusiasta» con la que intercambiar ideas y ver qué surgía. Después de siete años sin mantener un vínculo íntimo con alguien, él desde luego iba a por todas. «¿Es mucho eso?», quiso saber Carlos Sobera cuando Jesús desveló el tiempo que lleva sin practicar las artes amatorias con una mujer. Y es que, si bien afirmó que se siente maravillosamente con sus amistades y vínculos, cuando pueda revivir su parte sexual «claro que Troya va a arder, se van a abrir las compuertas». Eso sí, no será con la pretendienta que el 'dating show' de Cuatro le presentó. Pilar (56), auxiliar de geriatría pamplonesa, cree mucho en las energías, y Jesús en un principio no le transmitió demasiado. Es cierto que la personalidad de su cita agrietó las barreras que Pilar construyó tras la primera impresión, sin embargo, no se acabó de ver con él en la intimidad. Para Jesús , su primera cita después de 13 años fluyó de forma inesperada: sin expectativas, aunque descubriendo a una persona que le pareció maravillosa. P ilar , superadas las reticencias del principio, puso de manifiesto su faceta más vacilona. Al cabo de un rato, Pilar había conseguido relajarse del todo gracias a las risas, que no faltaron durante la cena. Que le diera el 'sí' a Jesús no parecía tan descabellado. No obstante, pese a que se sintió muy a gusto con él, algo la echó para atrás. «Su manera de hablar no me acaba de gustar. El tono de voz es como de un gay», declaró al equipo del programa. Jesús le pareció majo, llegó a entrarle por los ojos, pero no se veía en el momento de decirle «'ven aquí, y empótrame'». Esa fue la razón que alegó para no aceptar una segunda cita con él. «No voy a quedar para dar un paseo contigo, me gusta ir más allá. Y no lo acabo de ver».