El golf ofrece una imagen contradictoria pues, por un lado, está encorsetado en sus normas del pasado, pero por otro inmerso en los avances tecnológicos más punteros. Las multinacionales de material especializado cuentan con ingenieros aeronáuticos que analizan el vuelo de las bolas y los impactos de los más modernos materiales para que los resultados sean cada vez más bajos. Y lo mismo se puede decir de los sistemas de medición por láser, que permiten afinar las distancias a centenares de metros. Hoy en día todos los profesionales viajan con sus aparatos de torneo en torneo y los utilizan en sus entrenamientos cada vez con mayor intensidad. Sin embargo, hay un aspecto con el que nadie contaba en esta imparable evolución tecnológica: la sensación que tiene el jugador antes de ejecutar un golpe. «Caminar por el campo, oler la hierba o sentir el viento en la cara es algo que no te lo puede proporcionar una máquina», comentaba Camilo Villegas en el pasado Masters de Augusta cuando, a preguntas de ABC, se le requería su opinión sobre lo cerca que estarían los golfistas de poder utilizar simuladores para preparar los torneos, al igual que hacen los pilotos de Fórmula 1 con las carreras. Y esa respuesta fue casi mayoritaria entre las estrellas que se desplazaron al primer grande del año. Ven las pantallas como unos buenos inventos con los que perfeccionar ciertos detalles técnicos en momentos puntuales, pero incapaces de superar ciertas limitaciones. «No digo yo que no te puedan ayudar. Lo que pasa es que hay una serie de elementos que son difíciles de replicar, como la temperatura, las condiciones del campo, su dureza, el viento...», exponía José María Olazábal . En contra de lo que pudiera parecer por el salto generacional con otros compañeros, el veterano guipuzcoano no es contrario a esta opción en absoluto, sólo que no la ve muy provechosa. «No cabe duda de que en condiciones óptimas sí te puede ayudar. Puedes escribir tus preferencias en el menú de la máquina y, a partir de ellas, te permite visualizar una serie de golpes para que que cuando llegues al club ya estés familiarizado con ellos». Una visión similar sostenía otro ganador de la chaqueta verde, Jon Rahm , que reconoce que «algunos tiros sí que los puedes practicar, pero hay tantos distintos en este juego (sobre todo con los desniveles y las posiciones tan raras que debes soportar) que es difícil tomarlos como referencia. Nosotros raramente tenemos un terreno completamente plano». También incidía el vizcaíno en la diferencia de sensaciones que se producen al aire libre con respecto a una sala cerrada. «Igual para los pilotos de automovilismo es lo más cercano que tienen a un entrenamiento real, pero para nosotros es difícil tenerlo en cuenta por el efecto del viento, que al jugar lo percibes y entra en juego. No es lo mismo sentirlo en las manos a que la pantalla te diga que hace viento. El 'swing' siempre es el 'swing', pero realmente hay que trabajar la parte mental más que otra cosa». Curiosamente, los jugadores estadounidenses fueron los más proclives al uso de la tecnología para practicar antes de los torneos, aunque reconocieron que las limitaciones de los aparatos actuales todavía son evidentes. «Me he sentado en algunos de los simuladores de Fórmula 1 porque me gusta la tecnología y, realmente, las sensaciones que reproducen son muy espectaculares- reconocía Wyndham Clark , ganador del Open USA de 2023-, pero no creo que sean parecidas a las que podemos sentir en un simulador de golf. Los datos que nos dan son muy interesantes, pero los registros que tienes con un palo en la mano no son los mismos». Pese a todo, Bryson DeChambeau, poseedor del mismo grande de 2020, veía ciertas ventajas «cuando las condiciones climáticas no son las ideales para salir al campo. Alguna vez los suelo utilizar en esos momento, sobre todo para practicar los 'greens'. Ahí sí que los veo bastante útiles». Esta opinión, procedente de todo un estudioso de los entrenamientos, tiene bastante fundamento. Algo distinto de lo que sucede cuando se analiza la situación por el tamiz de los sentimientos. «Soy un fanático de las carreras, me encantan. Estuve en el gran premio de F1 de Las Vegas y disfruté por todo lo alto» reconocía una de las sensaciones de la temporada en el PGA Tour, Sahith Theegala. «Me monté en todos los simuladores y sí que me gustaría que en el futuro pudiéramos tenerlos tan reales en el golf». Algo que el chileno Joaquín Niemann no veía posible a corto plazo. «No creo que se pueda practicar un torneo en una máquina», explicaba. «La tecnología está bien y te puede dar cifras, pero nada más que eso. Luego, cuando pisas la hierba ves que lo real es muy distinto a lo virtual».