Antes de ser consagrado como el candidato antes de la convención nacional demócrata y a pesar de haber arrasado en las primarias del partido, Joe Biden abandona la carrera electoral. La última vez que sucedió algo similar fue en 1968, cuando el presidente Lyndon B. Johnson apareció en televisión nacional para anunciar que detendría parcialmente el bombardeo estadounidense de Vietnam y que había decidido no presentarse a la nominación de su partido para la reelección presidencial. En esa época sólo una docena de estados celebraba primarias con voto popular; el resto eran los líderes del partido a nivel estatal los que hacían la selección, y la nominación del presidente estaba garantizada, pero la impopularidad de Johnson era sumamente alta debido al lamentable desarrollo estadounidense en la guerra en Vietnam . A principios de año, tras una fuerte ofensiva de Vietnam del Norte y Viet Cong, el senador de Nueva York Robert F. Kennedy, enemigo político declarado de Johnson y cada vez más abierto opositor a la guerra, había criticado duramente la política de la Administración, que resonó entre las filas cada vez más numerosas de escépticos. «Nuestro enemigo, atacando salvajemente a voluntad en todo Vietnam del Sur, finalmente ha roto la máscara de ilusión oficial con la que hemos ocultado nuestras verdaderas circunstancias, incluso a nosotros mismos», declaró Kennedy, solicitando negociaciones inmediatas encaminadas a un acuerdo pacífico, subrayando que EE.UU. parecía «incapaz de derrotar a nuestro enemigo o quebrantar su voluntad, al menos sin un esfuerzo enorme, prolongado y cada vez más costoso». Kennedy se alzaba como un posible candidato, pero fue asesinado en junio en las cocinas del hotel Ambassador en Los Ángeles después de haber ganado las primarias en California. Johnson continuó liderando el Partido Demócrata, insistiendo en que su sucesor debía ser el vicepresidente Hubert Humphrey, quien respaldaría las políticas de guerra de la Administración y se mantuviera leal. Pero la retirada de Johnson representó una gran oportunidad para el Partido Republicano, y Richard Nixon no la desaprovechó; los republicanos utilizaron el fin de la carrera del presidente como el epílogo de la ruina que el liberalismo había traído tanto al interior de EE.UU. como a la política exterior. En la convención nacional demócrata, celebrada en Chicago en agosto, como la de este año, Humphrey ganó fácilmente en la primera votación, pero el partido estaba fracturado. Mientras los delegados votaban, la ciudad estalló en protestas, que la policía de Chicago reprimió con violencia. En noviembre, Humphrey perdió las elecciones generales con 191 votos electorales frente a los 301 de Nixon.
