La democristiana Ursula von der Leyen ha sido confirmada por el pleno de la Eurocámara para un segundo mandato al frente de la Comisión Europea por 401 votos a favor, 284 en contra y 15 abstenciones. La alemana ha logrado además ampliar notablemente la mayoría que le apoya, en relación a la votación de hace cinco años, gracias al apoyo de los principales grupos políticos proeuropeos. Los únicos que dijeron claramente que no la apoyarían son los extremistas de izquierda y los más radicales de derecha. Los portavoces de populares, socialistas y liberales habían dicho que votarían a favor, los verdes no dijeron que la rechazaban y el grupo de conservadores y reformistas (ECR) dejó libertad a sus integrantes. Von der Leyen ha prometido crear «una auténtica Unión de la defensa» para fortalecer las capacidades militares de la UE dentro de la Alianza Atlántica que seguirá siendo considerada «el principal pilar» para la protección de los europeos. También ha reiterado que «estaremos con Ucrania todo el tiempo que haga falta para ayudarles a resistir y a vencer» y ha criticado duramente el viaje a Moscú de «un primer ministro de un país miembro», en referencia al húngaro Viktor Orban, cuya gestiíón consieró «un gesto de apaciguamiento, no para buscar la paz». El discurso de la presidenta fue una reivindicación de su gestión más importante de lo que se esperaba, en especial el Pacto Verde del que dijo que mantendrá los objetivos de 2030 y 2050 a pesar de las críticas que ha suscitado incluso en su partido. Por ello prometió que en los primeros cien días de su mandato llegará a un acuerdo con la industria para acelerar las transformaciones ya que «Europa se está descarbonizando y se está renovando a la vez y por ello la industria necesita certezas para poder programar sus inversiones» a largo plazo. Y en este sentido reiteró que «nuestra dependencia de los combustibles fósiles rusos se ha terminado de una vez y para siempre». Sin embargo, no olvidó referencias a los asuntos que más preocupan a los electores que han apoyado a las fuerzas de derecha radical. Ha prometido un «diálogo estratégico» sobre el futuro de la agricultura, para preparar su adaptación a los desajustes climáticos, incluyendo mejoras en la gestión hídrica. También prometió reforzar la defensa de las fronteras triplicando los efectiovos de la agencia Frontex para hacer frente entre otras cosas a los ataques híbridos que soportan los países de la frontera oriental. Y también propone que Europol «se convierta en una auténtica agencia de policía transfronteriza» capaz de actuar a través de las fronteras para lo que está dispuesta a doblar sus recursos. Para complacer al grupo socialista, la presidenta ha prometido también que creará por primera vez un puesto en la comisión con responsabilidad en la política de vivienda y ha anunciado un plan «para defender de agentes extranjeros hostiles a la democracia europea, la sociedad civil y el Estado de derecho». Un intento por parte del grupo de la Izquierda radical para aplazar hasta septiembre la votación, a causa de la sentencia conocida ayer y que condenaba a la Comisión Europea por no haber permitido debidamente el acceso a la información sobre los acuerdos de compra conjunta de vacunas durante la pandemia, fue rechazado por el pleno.
