Los doce murales del pintor coruñés Urbano Lugrís que decoran las paredes del que una vez fue el Restaurante Fornos, en la calle Olmos de la ciudad herculina, avanzan hacia la que será su segunda vida. El Juzgado de lo Mercantil número 3 acaba de otorgar a la Xunta preferencia en la adquisición del mismo conjunto para el que el 1 de marzo el Gobierno gallego había incoado expediente de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), estatus por el que la ley de patrimonio cultural le otorga ahora el derecho de tanteo y fija su precio en los 36.000 euros que había ofertado un particular. Una vez adquiridos, la Xunta evaluará la posibilidad de trasladarlos al Museo de Bellas Artes de La Coruña, de cara a asegurar su conservación tras décadas sometidos a desgaste y deterioro. En el auto, la magistrada considera que se dan «todos los requisitos y presupuestos necesarios» para que la Xunta ejerza su derecho de tanteo con el conjunto de murales; no así en el caso de los edificios que los albergan, cuya compra concede, a través del procedimiento habitual, a la empresa Redondela Investments SL, designada por el acreedor con privilegio especial Canet Invest, «por un valor no inferior al de mercado». Pero, una vez completado el proceso, la titularidad de las doce piezas que representan motivos marinos y paisajes coruñeses corresponderá al Gobierno gallego. En adelante, una posibilidad que baraja es que los murales comiencen a exponerse en el museo local, «habida cuenta del interés común por mantener las obras en la ciudad, la importancia de que no se disgreguen y se mantengan juntas en el futuro, así como la posibilidad de que sean públicas, garantizando el acceso a la ciudadanía en cualquier situación». Cuando presentó su oferta, ya adelantó que el objetivo de la adquisición sería «proteger y restaurar el conjunto mural para ponerlo a disposición de la ciudadanía», por lo que el traslado de su actual emplazamiento es una opción previsible. Porque, al estar pintadas en las paredes de un local que por muchos años se dedicó a la hostelería, la corrosión causada por vapores, partículas de grasa y humo de tabaco ha afectado al estado en el que se encuentran las obras; además de las consecuencias de la intemperie que conlleva su apertura directa a la calle, con cambios constantes de temperatura y humedad. Y, una vez cerrado definitivamente el establecimiento, a esa ecuación hay que sumar la desatención y falta de ventilación que sufrieron durante la pandemia. Pese a ello, el estado de conservación que presentan unos y otros varía, aunque en el caso algunos llega a ser «crítico», advertía la Xunta en el expediente que incoaba la declaración como BIC de esta 'milla de oro lugrisiana'. La docena de murales representa fondos marítimos con pescados, algas, sirenas o medusas; motivos marineros como barcos, veleros, anclas o galeones; o panorámicas de la ciudad mostrando la Torre de Hércules, la antigua Comandancia de la Marina o el Castillo de San Antón. Todos ellos fueron diseñados especialmente por Urbano Lugrís para decorar el interior del Restaurante Fornos. El mismo expediente destacaba su calidad artística y también su valor por constituir parte del legado de «una de las personalidades más destacadas del arte gallego, que pasó a formar parte del imaginario colectivo». Pero también daba cuenta de la complejidad de las pinturas y, más que eso, del «carácter excepcional» que presentan a la hora de estudiar la figura de Lugrís, ya que no se conserva ningún otro conjunto de esa naturaleza que sirva como testimonio de su nivel en la composición y de su creatividad al decorar interiores.
