Galicia se situó como la comunidad autónoma con más muertes por ahogamiento en espacios acuáticos en los seis primeros meses del año. Hasta el 30 de junio, se contabilizaron 36 fallecimientos —198 en toda España— de este tipo, superando a Andalucía, con 32, y a la Comunidad Valenciana, con 27, según recoge el Informe Nacional de Ahogamientos 2023 publicado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. La cifra se ha disparado, pues en el mismo periodo de 2023 se registraron 19 ahogamientos mortales, cerrándose el año pasado con un total de 46. Si bien los ahogamientos en zonas de baño suelen relacionarse con el oleaje, las corrientes marinas o los accidentes, la razón que está detrás de este aumento de casos en Galicia nada tiene que ver con el ocio vacacional. Nuria Rodríguez, presidenta de la Federación de Salvamento e Socorrismo de Galicia (FESSGA), explicó a ABC que «un alto porcentaje» de los ahogamientos registrados hasta julio tuvieron como causa el suicidio: «Unos nueve solo en el mes de mayo». Otra de las razones apunta a las complicadas condiciones del mar y la peligrosidad que suponen algunas zonas del litoral gallego para la actividad pesquera. «Tenemos este tipo de mar y con muchos pescadores. Es muy preocupante la cifra, y podemos achacarlo principalmente a eso, no a que haya muchos ahogados en las playas» , añadió la presidenta a este diario. Ahora, desde FESSGA insisten en la necesidad de centrar la atención sobre una temporada de verano que, a pesar de la inestabilidad meteorológica que ha acompañado a Galicia en las últimas semanas, comenzó el 15 de junio en las principales playas gallegas, mientras que la mayoría tuvo que esperar hasta el 1 de julio para tener socorristas. «En los ahogamientos que se produjeron hasta ahora no había servicio de salvamento, por lo que podemos decir que los socorristas necesitamos estar más tiempo en las playas» , lamenta la federación. La estacionalidad del turismo y la variabilidad del clima obligan a reconsiderar esta temporada estival, que la federación de salvamento y socorrismo considera obsoleta. Por ello, proponen extenderla desde el 1 de junio hasta el 30 de septiembre, en lugar de los dos meses actuales, ocupando todo julio y agosto, para así poder ofrecer una mayor seguridad a los bañistas. «Si nos vamos [los socorristas] el 15 de septiembre y, por ejemplo, del 15 al 30 de septiembre viene un tiempo buenísimo, la playa está a tope», explica Nuria Rodríguez. Para materializar esta petición, FESSGA se enfrenta a dos problemas: la escasez de recursos municipales —de quienes depende la contratación del personal— y la falta de socorristas cualificados en muchas playas, también fluviales. Nuria Rodríguez cita pérdidas anuales de hasta el 40% en el número de socorristas debido a la estacionalidad del empleo. «Para estar solo dos meses, hay quienes prefieren irse tres o cuatro meses a otro sitio». Las piscinas, en comparación, registran menos accidentes gracias a la obligatoriedad de tener socorristas y a la facilidad de rescate en un entorno controlado. Sin embargo, la normativa para las playas sigue siendo insuficiente. «Pedimos más profesionales, un aumento del número de días de cotización, mejores y más materiales, y un salario digno para atraer y retener personal», añaden desde el colectivo de socorristas. En FESSGA insisten en realizar un trabajo preventivo constante para evitar accidentes, enfocado también en la concienciación del bañistas. «Hay playas que en verano tampoco tienen socorrista porque los ayuntamientos no tienen recursos o porque no encuentran profesionales, por lo que pedimos sentido común y responsabilidad propia». Sin embargo, los carteles, las banderas y los avisos por megafonía no siempre logran su cometido . «Hay muchas imprudencias», afirma Nuria Rodríguez. «A lo mejor ponemos una bandera roja y hay gente que piensa que lo hacemos porque no queremos trabajar. Se van a bañar porque piensan que no pasa nada y después se ven cogidos por la corriente». Los socorristas ponen su vida en juego en su trabajo, por lo que recuerdan que su función principal es adelantarse a los accidentes. «Cuantos menos rescates tengamos que hacer, mejor. Dicen que es mejor prevenir que curar», puntualiza la presidenta de FESSGA, quien destaca también la importancia de trabajar en equipo para reducir al mínimo los casos de ahogamientos.