En la actualidad todo es política, sólo importa lo que interesa a los gobiernos y los gobiernos tienen muy breves plazos inter electorales para convencernos de que mejoran nuestra calidad de vida. Pero la calidad aplicada a la vida hace perder importancia a la vida en sí misma. Como nuestra política nos sorprende cada día con nuevos temas, nos hemos olvidado de la vida. Sin embargo, es evidente que sin vida no hay política, ni economía, ni siquiera hay políticos. En este momento y, a tenor de la política que lo decide todo, la vida depende de la ideología no de la biología . Si no quieres el aborto eres reaccionario, si lo defiendes eres progresista. Lo que importa es tu ideología porque su color es el que define la vida. Ignoramos como la política ha hecho olvidar a las mujeres que solamente ellas son madres, que la maternidad es propia de la mujer y que sin ella no hay sociedad futura. Clara Campoamor miraba la vida desde lo que es en sí, consideraba que se debe llevar a la legislación la protección de la madre. La mujer, dirá, no es nueva fase de la masculinidad. Precisamente, su dignidad y amor propio exigen que no renuncie la mujer a nada de lo que la caracteriza. Clara aspira a la identidad legal y moral con el hombre, «pero de ello a la identidad fisiológica hay un abismo que ni la locura podría salvar». Para ella el espíritu de la mujer colabora con su función fisiológica. La colaboración de los dos sexos mejorará muchos problemas morales y espirituales. Esto exige derechos y deberes por ambas partes. En la actualidad, se ha votado en Europa una resolución no vinculante a favor del aborto por políticos de todos los colores considerando que ello protege la salud , los derechos sexuales y reproductivos y la igualdad de género. La vida se desprotege, pero ¿es la vida un color ideológico?