Poco han durado los planes de regeneración democrática en el Gobierno. Por más que durante la negociación de la renovación del CGPJ se insistiera en la necesidad de promover la independencia política de las instituciones, Pedro Sánchez retoma su proceder habitual al rescatar el nombre de José Luis Escrivá para sustituir a Pablo Hernández de Cos como gobernador del Banco de España. Aunque el propio presidente se comprometió a descartar al ministro para el cargo, la amenaza de que otra institución del Estado quede en manos de un político gana verosimilitud. Es sabido que la palabra de Sánchez no es singularmente sólida, pero quebrar un compromiso en firme así por pura estrategia política vuelve a dar cuenta de la ausencia de límites del presidente y de la nula de credibilidad de sus anuncios. Tras el excelente precedente de Hernández de Cos, la presidencia del Banco de España debería encomendarse a alguien cuya solvencia e independencia sea capaz de generar un amplio consenso.
