No solo se vivió con furor la clasificación de España desde Alemania. Como es habitual cuando la selección alcanza las últimas estancias de un gran campeonato, en decenas de ciudades de nuestra geografía se instalaron pantallas gigantes para vivir en directo el duelo ante Francia. Y el éxtasis fue total. Cuenca, Las Palmas de Gran Canaria, Ciudad Real y Albacete, entre muchas otras, vibraron con los goles de Yamal y Olmo, esos que permiten soñar con conquistar la cuarta Eurocopa de la historia. Pero fue Madrid la más volcánica de todas las plazas. El Ayuntamiento, como en la celebración del Mundial femenino del pasado verano, eligió la explanada de Puente del Rey , cerca de donde se ubicaba el Calderón, para montar el chiringuito. La afluencia fue amplia y continuada durante toda la tarde, también sin incidentes, pero cuando se ejecutó la remontada ante los galos, el recinto no pudo contenerse. Tanto con el misil de Lamine como con la genialidad de Olmo, varias bengalas se encendieron mientras cientos de vasos se elevaban hacia el cielo de la capital. El típico canto de «Yo soy español» sonó más que nunca y Mbappé fue la diana de todos los cánticos agresivos, además de alguno que fue dirigido al Barcelona. El pitido final no disuadió a los asistentes, que se encendieron con la mecha de la victoria. Las celebraciones continuaron durante mucho tiempo, y eso que eran las semifinales. El próximo domingo, el día que se decidirá el título , la fiesta puede ser histórica.
