Pocas rutas son más conocidas que las del Camino de Santiago . Este recorrido que pasa por buena parte de Europa en dirección a Santiago de Compostela es uno de los más antiguos del mundo y se mantiene, en buena parte, gracias a la emoción de los miles de caminantes que, aunque pasen los años, siguen queriendo vivir esta aventura. Por promesas o simplemente el deseo de vivir una experiencia única, miles de personas se cuelgan la mochila en destino de la plaza del Plaza del Obradoiro. Su éxito lleva a que en algunos de sus puntos de paso haya atractivos paralelos y se vivan momentos de masificación turística . Por esta misma regla de tres, hay empresarios locales que tratan de hacer su agosto, a veces de manera descarada, gracias al Camino. Lo que acaba de trascender ahora supera, seguramente, algo impensable. Y es que una hostelera de la provincia de León se las ingenió, quizás demasiado, para beneficiarse todavía más de los peregrinos . La mujer repintó las míticas flechas amarillas que marcan el recorrido del Camino, y que supuestamente no tienen pérdida, para desviar a los aventureros hacia su negocio. Llegó a desviarlos unos tres kilómetros respecto a la ruta oficial. Los hechos se emplazan, en concreto, en Valtuille de Arriba , en la zona del Bierzo, donde ella regenta un albergue por el que, de repente, empezaron a acercarse los caminantes. Para más inri, las flechas no coincidían ni en tamaño ni en forma a las oficiales, como se observa fácilmente. El caso ha trascendido después de que el programa 'Equipo de Investigación' de laSexta lo explicara. El pueblo, en realidad, había sido punto de paso del Camino pero hace unos años salió de la ruta oficial. Y algunos vecinos, como ella, indignados por la decisión, han tratado de mantener el recorrido tradicional con señalizaciones. « Toda la vida el Camino fue por aquí », se quejan ellos, al tiempo que destacan que su ruta permite que los peregrinos vayan un tramo por la sombra y por un sitio por el que pueden encontrar fuentes. «Yo las he pintado, primero, para evitar la peligrosidad, y, segundo, ya que nosotros hemos abierto un albergue, que los peregrinos tuvieran la opción de quedarse», confesaba la mujer a las cámaras de laSexta. Ella misma reconocía que lo había hecho «por intereses económicos» y trató de conseguir que los periodistas borraran las imágenes, tal y como se vio en el reportaje. Según el programa, la mujer puede enfrentarse ahora a multas de unos 1.000 euros por manipular las flechas.