Este lunes Argentina ha sumado dos nuevos conflictos diplomáticos a su agenda regional. Tras las declaraciones realizadas la semana pasada por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva contra su par Javier Milei , el jefe de Estado argentino ha confirmado que se ausentará de la próxima Cumbre del Mercosur. Pero el país del tango encara, a su vez, un nuevo foco de tensión: el vínculo con el Gobierno de Bolivia, a tal punto que este país analiza retirar a su embajador de Buenos Aires. Si bien ambos países vecinos se empeñan en dar el mensaje de que los conflictos personales entre sus mandatarios no afectarán los lazos entre dos naciones históricamente hermanas, en estos días comienza a quedar en evidencia que los sucesivos choques entre Lula da Silva y Milei no quedan sin efecto en el plano bilateral, ni en el regional. Sin ir más lejos, el Gobierno argentino ha confirmado este lunes que el jefe de Estado ha decidido no asistir a la Cumbre del Mercosur, que tendrá lugar el próximo lunes en Paraguay. Y no solamente eso: el mandatario se ha decantado por participar este sábado de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) a la que asistirá también el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y no se descarta una reunión entre ambos. El evento se desarrollará en la ciudad balnearia de Camboriú. Este contundente gesto político agudiza aún más el enfrentamiento entre Milei y su par brasileño. Si bien la semana pasada el portavoz de Casa Rosada, Manuel Adorni, intentó sin éxito mostrar que las relaciones entre ambos mandatarios eran cordiales, la verdad ha caído por su propio peso esta semana cuando el jefe de Estado argentino ha decidido modificar su agenda política para no cruzarse con Lula da Silva. Días atrás, el presidente brasileño había solicitado a su par argentino que pidiera disculpas por sus declaraciones en las que lo llamaba «corrupto» y «comunista». Los cruces entre ambos países no se limitan a un intercambio de declaraciones. Cabe recordar que semanas atrás el Gobierno de Brasil acusó a Argentina de haber dado asilo a 60 bolsonaristas investigados en su país de origen de haber intentado un golpe de Estado contra el actual mandatario. A las tensiones con Brasil, que han escalado rápidamente esta semana, se ha añadido este lunes un conflicto diplomático con Bolivia. La crisis entre ambos países comenzó este domingo cuando el Gobierno argentino se pronunció sobre el intento de golpe de Estado contra el presidente boliviano Luis Arce y lo calificó de «falsa denuncia», a la vez que se refirió a los hechos como «poco creíbles». Como consecuencia de este gesto, la portavoz de la presidencia boliviana, María Nela Prada, informó a la prensa la decisión de llamar a consultas a su embajador: «Se convocó en consulta a nuestro embajador del Estado Plurinacional de Bolivia en Argentina, Ramiro Tapia, para que se haga presente en la sede de Gobierno». A través de un comunicado, el Gobierno de Bolivia consideró «inamistosas y temerarias» las declaraciones realizadas desde la Casa Rosada y denunció «un negacionismo inaceptable» por parte del Gobierno del país vecino. «Las desinformadas y tendenciosas aseveraciones sobre una posible existencia de presos políticos o la posibilidad de inexistencia de un golpe de Estado militar fallido constituyen un exceso y un negacionismo inaceptable», expresó el Ministerio de Exteriores boliviano mediante un comunicado y concluyó que «cualquier acto militar que amenace con tanques de guerra y militares armados al Gobierno constituido por el voto del pueblo, es claramente un golpe de Estado». En lo que va de este año, Argentina ha protagonizado conflictos en el área diplomática con Colombia, México, Brasil, Venezuela, Irán, Bolivia, China y España, entre otros países.
