La literatura de Ismaíl Kadaré es profunda e incisiva, porque su vida así lo fue. Vivió la Segunda Guerra Mundial, la ocupación de su país por la Italia fascista, la Alemania nazi y la Unión Soviética. Creció en la Rusia soviética y padeció en sus carnes la ruptura de relaciones de su país con Kremlin. Uno de sus libros más importantes, y que lo dio a conocer fue 'El general del ejército muerto', que alcanzó un enorme éxito en Francia. Gracias a esta novela se hizo merecedor del orgullo albanés, a pesar de no plegarse a los dogmas comunistas. Se incorporó, forzado por el régimen, al Parlamento albanés entre 1970 y 1982. En 1990, unos meses antes de la caída de la dictadura, se exilió en París. Gran estudioso de la tradición albanesa y de la idiosincrasia de este pueblo balcánico, describe el desarrollo del totalitarismo en ese país en las páginas de 'El largo invierno' (1977) , considerado un 'Guerra y paz' de Albania. Tres años más tarde, da cuenta narrativa de las rivalidades entre católicos y ortodoxos en las páginas de '¿Quién ha vuelto a traer a Doruntine?' (1980). A la ruptura entre Tirana y Pekín le dedicó su novela 'El concierto' (1988), considerada su obra maestra y que actúa como continuación de 'El gran invierno', ya que retoma la vida de muchos de sus personajes de aquella primera entrega manteniendo como telón de fondo las tensiones entre Albania y el comunismo chino. El totalitarismo es el eje central de su obra y aparece plasmado en todos sus libros, por ejemplo, en 'El palacio de los sueños (1988)', una parábola de la perversión despótica, a través de la historia de un país imaginario en el que una inmensa maquinaria al servicio del poder absoluto, la Oficina del dormir y el soñar, controla la vida onírica de los ciudadanos. Kadaré fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 2009. El acta del jurado identificó en su obra un lenguaje cotidiano lleno lirismo, que le permitió contar la tragedia de su tierra expresando toda la pesadumbre y la carga dramática de la conciencia. «Su compromiso hunde las raíces en la gran tradición literaria del mundo helénico, que proyecta en el escenario contemporáneo como denuncia de cualquier forma de totalitarismo y en defensa de la razón». El alcance del totalitarismo como centro de su trabajo literario se expresión también en los libros 'Tres cantos fúnebres por Kosovo' (1999) y 'Frente al espejo de una mujer' (2002). A aquellos libros se suman 'Vida, representación y muerte de Lul Mazreku' (2005), 'La hija de Agamenón. El sucesor' (2007) y 'El accidente' (2009).
