Por alguna razón los estadounidenses son proclives a ver ovnis y extraterrestres, mientras los latinoamericanos somos mucho más sensibles a las apariciones de la virgen. En la España barroca era frecuente ver brujas, y en los tiempos de Colón, una vez sus navegantes tocaron costas americanas, se vieron innumerables prodigios que antes habían leído en novelas de caballería o en la Biblia. Los contenidos y categorías que tenemos en la mente encausan la mirada, condicionan lo que vemos. El tolerante Montaigne veía un mundo diverso, lleno de plasticidad donde cualquier gesto se convertía en una legítima costumbre, desde limpiarse los dedos al comer en los muslos, el escroto o las plantas de los pies, hasta cortarse las uñas de la...
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