No sé de qué demonios va a hablar la gente en el metro y el autobús ahora que se ha firmado el acuerdo para desatascar la renovación del CGPJ . De entre todas las hipérboles discursivas de la última década, aquella de Pilar Llop, por entonces ministra de Justicia, es quizá la más esmeradamente ridícula, con permiso del laborioso rosario de sandeces que procura semanalmente Patxi López, convertido últimamente en orgulloso comentarista hasta del cartel de las fiestas del barrio de Chueca. Es estremecedor echar la vista atrás y ver las altísimas magistraturas que López ha hollado con ese nivel de razonamiento, aunque bien mirado, de inmediato, uno toma aire y se consuela al pensar que la política española sigue...
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