Derbi balcánico de alta tensión en la portuaria Hamburgo con la supervivencia en la Eurocopa en juego entre los meritorios albaneses y los sombríos croatas. Una batalla trepidante con un final desenfrenado que deja ambas selecciones con opciones pero con el agua al cuello. Punto muy celebrado por los modestos y llorado por los croatas, que deben reflexionar en el diván de las crisis y conjurarse para la final que les espera el próximo lunes ante sus vecinos italianos en Leipzig. Cita trepidante, intensa y pasional , con las gradas rebosantes de colorido, que tuvo a dos protagonistas en el tramo final. El albanés Klaus Gjasula , un centrocampista del Darmstadt alemán, entró desde el banquillo, se marcó un autogol que propiciaba la remontada croata y en descuento obtuvo recompensa al firmar el empate final. Y también el osasunista Ante Budimir, que comenzó de suplente, como uno de los señalados por la derrota ante La Roja, y en dos minutos participó en sendos goles que en ese momento permitían ver la luz a su pequeño y exaltado país. Valiente, versátil, bien trabajada y con una capacidad de esfuerzo innegociable, dicen los clásicos que como el valor en la mili, la multiétnica Albania sacó las costuras en el primer acto a una Croacia muy deficiente y con una actitud pasiva. Jugó el grupo de Sylvinho con mucha más soltura, más verticalidad , más convicción en el planteamiento, más entusiasmo y hasta más hambre. Los albaneses redujeron a la nada en ese período a un adversario lento, sin ideas, extremadamente previsible y sin capacidad para desequilibrar. Croacia es una selección ya veterana, sobre todo en la sala de máquinas, pero da la sensación de que el caos ante España dejó a sus hombres en estado de 'shock'. En ese período inicial fue desastre en todas sus líneas y con poca capacidad de respuesta. Sus tres medios suman más de 100 años y conducen demasiado, hay poco movimiento de los delanteros para abrir líneas y en general al equipo le faltan dinamismo y capacidad de sorpresa. Zlatko Dalic introdujo tres cambios respecto a ese choque perdido ante el equipo de Luis de la Fuente en Berlín con el objetivo de revitalizar a su selección y darle ese punto de mayor agresividad que reclamaron tanto él como Luka Modric después del primer partido. Señaló a los centrales Stanisic y Pongracic y al referido Budimir, reubicó a Gvardiol como central, buscó más profundidad por los costados con Juranovic y Perisic y entendió que Petkovic, delantero del Dinamo de Zagreb, podría ser determinante. Apuesta fracasada. No tan pronto como ante Italia, cita en la que Bajrami anotó a los 20 segundos el gol más rápido en la historia del campeonato, pero Albania volvió a golpear primero . A los 10 minutos, jugada muy bien elaborada, centro medido y cabezado de Laçi, centrocampista del Sparta de Praga y una de las novedades en el equipo. Pudo hacer algo más Livakovic, que luego salvaría un mano a mano increíble ante el interista Asllani, ese jugador que con dos años llegó en patera a Italia, y también acertó para desviar un remate en plancha de Rey Manaj, ariete del Sivasspor turco y hombre boya albanés. Doble cambio de Dalic tras el descanso, con Sucic y Palicic en el campo para buscar más energía, como diría Ancelotti. Los croatas le pusieron más ímpetu al duelo y marearon menos la perdiz. Pudo equilibrar enseguida el centrocampista del Salzburgo, pero lo evitó un paradón de Strakosha, portero del Brentford inglés. Ya era otro partido. Los croatas robaban enseguida y se advertía peligro. Con tanto centro y tan poco rematador, la incorporación de Budimir era cuestión de tiempo. Dalic no dejó dos arietes y le introdujo por Petkovic. Estuvo enorme el osasunista ejerciendo de revulsivo, con los centrales albaneses ya agotados. Primero, ejerció de ancla para asistir a Kramaric , que descerrajó a sus rivales con un disparo a contrapié del portero. Con su selección subida en la cresta de la ola, Budimir porfió por un balón hasta la línea de fondo y su pase de la muerte acabó en autogol de carambola. Pero lo que parecía otro ejercicio de resiliencia croata, acabó en un funeral de los ajedrezados y en jolgorio albanés.