Cruzar las fronteras entre la realidad y la ficción nunca fue impune, que se lo digan a Don Quijote. Al compartir un almuerzo con Salman Rushdie , que pasó por España esta semana, salta a la vista lo gastado que lleva ese pasaporte de ida y vuelta a la 'ficción'. Él ha viajado a esos mundos para escribir sus novelas, plenas de ironía y personajes ditirámbicos, y a la vuelta tuvo que asumir algunas pesadillas muy reales que soporta sin dejar de ser quien es. Después del ataque que casi le cuesta la vida, Rushdie dice que ya no podrá renunciar al miedo, pero lo encierra en una caja ficticia, con tapa ficticia, y lo deja imaginariamente en un rincón...
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