La peor polarización no es la que divide a la sociedad en dos bandos enfrentados. La polarización más letal, la que tiene la capacidad de carcomer nuestro juicio y nuestra convivencia, es la que se instala en nuestros cerebros y nos obliga a resolver complejos debates morales de forma binaria. El falso dilema es una falacia perversa por cuanto supone atentar contra los matices sobre los que se asienta la realidad y es el chantaje con el que algunos intentan reclutar adeptos forzosos para su causa. El conflicto entre Israel y Hamás es uno de esos escenarios donde la polarización cognitiva se extiende como una lacra. Las más de las veces no hay por qué elegir. Se puede condenar la...
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