Una voz neutra indica por megafonía: «Atención, quedan tres minutos para que finalice la estación». Cien estudiantes de Medicina del último año dan un respingo; unos, porque están a punto de entrar a evaluarse; los otros, porque están ya dentro pasando la prueba. Nueve minutos es todo el tiempo de que disponen para resolver una situación médica de urgencias de todo tipo: desde una distensión abdominal a un paciente con ideas suicidas, o realizar una sutura. Su nombre técnico es ECOE: Evaluación Clínica Objetiva Estructurada , y es una prueba obligatoria desde 2017 para obtener la licenciatura en Medicina, explica a ABC Javier Arias , decano de Medicina de la Universidad Complutense. «En otros sitios, parte de las pruebas se hacen de modo virtual, porque no tienen los medios que hay aquí, o sólo hay diez estaciones». En el Hospital público Clínico San Carlos, que cede sus instalaciones para la ECOE, cuentan con cien consultas a su disposición, perfectamente equipadas. Durante tres jornadas –sábado mañana y tarde y domingo–, pasan por ellas 303 estudiantes de 6º curso de Medicina, para realizar esta última evaluación, divididos en cinco grupos. Deben superar 20 estaciones, en cada una de las cuales otros docentes fingen ser pacientes a los que deben atender, y evalúan cómo lo hacen. Noticia Relacionada tribuna abierta opinion Si Educación médica: la Inteligencia Artificial como aliada Luis C. Capitán Con la inteligencia artificial se puede diseñar un plan de estudios personalizado que aborde las áreas de mejora y las fortalezas del alumno de manera individualizada Los nervios se palpan en el ambiente, donde todo rueda como un engranaje perfecto: a lo largo de dos plantas, se reparten los estudiantes en cinco grupos, divididos por colores y números. Atienden a las indicaciones que se les da, a todos a la vez, por megafonía: 9 minutos para entrar a la consulta, atender el caso y salir. 20 pruebas y 9 minutos para resolver cada caso Arriba, un estudiante atiende un neurotórax en presencia de su examinadora. Abajo, izq., otra estudiante interpretando los resultados de una prueba diagnóstica. Derecha, varias estudiantes antes de entrar en consulta para resolver sus casos. ISABEL PERMUY Todos saben dónde tienen que ir y cuál es el siguiente paso. Dos minutos para ser evaluados de la estación que acaban de abandonar, mientras se plantean el problema que se les presenta en la siguiente consulta, donde un documento pegado a la puerta les pone en contexto: «Situación de partida: paciente de 40 años acude a Urgencias con nauseas e ictericia». «Embarazada a término, refiere dolor abdominal y pélvico tipo contracciones, y sensación de salida de líquido». «Paciente de 76 años, presenta disnea de esfuerzo». «Madre con niño de 4 años que presenta vómitos vómitos y diarrea». Thiane Djalo García lleva ya superada la mitad de la ECOE, y está ya más tranquila. Lee en su siguiente estación el caso que le toca: «Varón de 72 años, dolor abdominal y distensión de 48 horas de evolución que ha ido en aumento». Cuando el megáfono da la orden, entra en la consulta y comienza a preguntar a su 'paciente' por sus síntomas, enfermedades y antecedentes. Le explora y empieza a proponer pruebas: una analítica, una gasometría, una radiografía... Buscar más Los resultados se le ofrecen al instante. Ella los evalúa y avanza una posible causa que mandaría al enfermo a casa con analgesia y un tratamiento laxante. Pero algo le dice que debe buscar más: podría ser una estenosis; pide un TAC y con él sobre la mesa, detecta unos pólipos en el colon que podrían ser algo peor: colonoscopia y biopsia, e ingreso a la espera de los resultados. Un caso realmente difícil para 9 minutos, que la futura doctora resuelve pese a todo. En la sala de 'partos', otra estudiante , Isabel Gil , se encuentra con una joven parturienta a término, y ayuda en el parto. Se desenvuelve bien aunque el niño viene con una vuelta de cordón que complica las cosas. Todo termina bien, e Isabel explica que «a partir de la tercera o cuarta prueba, ya se te pasan los nervios». Aprueba esta evaluación porque «es lo más parecido a lo que te vas a encontrar en una consulta». La 'mamá' del recién nacido es Laura Granado, residente de Ginecología en el Hospital Infanta Leonor, encargada de plantear el caso y de evaluar cómo lo resuelven los alumnos. «Valoramos las técnicas que se van aplicando, cómo trata a la paciente, si sabe resolver complicaciones...». Tras cada prueba, se hace la evaluación marcando si se ha cumplido o no con una batería de indicadores. La vicedecana de Ordenación Académica, Ana María Gómez , vigila que todo funcione según lo previsto. Ya se encargan de ello las enfermeras, auténticas guardianas del orden: «Vinimos el viernes a las tres para que todo estuviera a punto, y cuando acaben el domingo, lo dejaremos todo preparado para retomar las consultas con pacientes reales el lunes a las 8 menos cuarto». Tras cada puerta, su pequeña historia: aquí sacan a un paciente de una parada; allí informan a una madre de que su pequeño ha fallecido (también hay que ensayar cómo dar malas noticias); en esta hay que hacer una llamada al radiólogo a las tres de la madrugada para pedir opinión sobre un paciente que empeora... El deseo de ayudar Álvaro Marra Alonso atiende a un hombre de 30 años, fumador y delgado, que dice que se ahoga y nota fatiga. «Es un neumotórax», afirma, y comienza la maniobra para aspirar el aire acumulado entre el pulmón y la pared torácica, mientras explica cada paso que da: «Hay que buscar el segundo espacio intercostal». Tras solucionar la urgencia, quedan las recomendaciones: «Llevar una vida sana, actividad deportiva...». «Tengo un viaje a Ibiza en unos días, ¿puedo irme?». «No, es recomendable que espere unos días, por la presión del avión». Álvaro Marra ya sabía algo de cómo iba a ser esta prueba «por lo que nos cuentan otros alumnos», aunque las estaciones y los casos cambian cada año. Aún no tiene claro qué especialidad elegirá, «tal vez psiquiatría, u oncología». Eligió esta carrera por «ayudar a las personas, en su lado más vulnerable». No le preocupa la mala prensa actual sobre las condiciones laborales de los médicos: «Creo que hay que hacer lo que te haga feliz, y no lo que escuches». Su 'paciente' y evaluadora es Verónica Albarrán , residente de segundo año de cirugía torácica, que ve a esta promoción «bastante resolutiva; se ve que han estudiado». Partos exprés Las anécdotas son inevitables en una prueba de este tipo; desde quien vuelca la mitad de los aparatos de la mesa en la exploración, por los nervios, a quien «en lugar de utilizar una gasa mojada en alcohol para desinfectar, echó todo el bote encima de la herida». Ha habido 'partos' que han durado apenas un par de minutos, y otros en los que nada más dar a luz, el aspirante a médico ya veía síntomas de depresión postparto. La de este fin de semana es la mayor concentración de estudiantes del último año de Medicina en Madrid para hacer esta prueba. Incluso contaban con testigos como los decanos de las facultades de Medicina de La Paz y Potosí, David Mérida y José Calle , y el profesor de la facultad boliviana de La Paz Carlos Tamay o, interesados en el sistema de evaluación que aplica Madrid y en su «experiencia, desde la planificación a la estructuración».