Adentrarte en el universo de los aromas es un viaje sin billete de regreso. Cuanto más sabes, más quieres saber. Puedes pensar que es lógico que una editora de belleza sienta debilidad por las fragancias, pero mi creciente interés ha generado mucha expectación a mi alrededor. Desde que los perfumes son uno de los ejes principales de mis conversaciones, tanto mi pareja como mis amigas se han mostrado también fascinadas. El mercado de los perfumes está repleto de nombres propios que merecen una dosis atención pero, bajo mi punto de vista, este año está marcado por la llegada de una impresionante fragancia a mi pequeña (aunque ascendente) colección de perfumes.
A lo largo de los últimos años, la popularidad de la perfumería nicho ha crecido como la espuma. Los perfumes nicho se diferencian por la producción artesanal de alta calidad, la exclusiva experiencia de compra que ofrecen en sus tiendas y por la originalidad de sus aromas. Este tipo de esencias se posicionan contra la fabricación en masa cuyo único objetivo es la comercialización. Para mí, no hay buenos ni malos en esta historia. Tan solo, formas distintas de trabajar y de plantear las necesidades de las clientas. Eso sí, si deseas alejarte de los perfumes más populares que todo el mundo lleva, el niche es la respuesta a tus preguntas.
Pese a que los perfumes de autor suelen destacar por el uso de notas olfativas poco frecuentes en las fragancias comerciales, también es posible dar con aromas "fáciles de defender". ¿A qué nos referimos con esto? Muy sencillo: no todas las beauty lovers conectan con notas tan particulares como el heno (que recuerda al tabaco en su versión más dulce) o el castóreo (con fuertes tintes animales). Por este motivo, al cruzarme con un perfume nicho protagonizado por la lavanda, tuve claro que estaba ante una opción que podía conquistar muchos corazones.
En líneas generales, no son fanática de los perfumes florales. Esto no quiere decir que no sepa admirar la belleza de un perfume construido, a la perfección, con notas que van de la rosa a la lavanda. Tras probar cientos de perfumes, Lavande 31 de Le Labo es el punto medio perfecto entre lo extravagante y lo clásico, convirtiéndose así en una fragancia ideal para adentrarse en el cosmos de la perfumería nicho.
Fabrice Penot y Eddie Roschi, antiguos ejecutivos de L'Oréal, lanzaron Le Labo allá por 2006. Casi 20 años en el mercado dan para mucho y Lavande 31 es uno de sus lanzamientos más recientes. En este caso, Daphné Bugey es la nariz tras esta creación que cuenta con neroli, bergamota, lavanda, almizcle, haba tonka y ámbar. Floral, pero cálida. Ligeramente fresca, pero envolvente. Esta fragancia es un diez desde el primer momento en que presionas el atomizador. Además de su exquisito aroma, que encaja en las cuatro estaciones del año, Lavande 31 tiene una amplia durabilidad. En mi piel, permanece prácticamente intacto desde que lo aplico hasta el siguiente paso por la ducha.
Al trabajar como editora de belleza y jugar constantemente con distintos perfumes, me gusta tener frascos pequeños para no malgastar el producto (de esta fragancia tengo la versión de 5 ml). De hecho, Le Labo recomienda limitar el uso de sus perfumes a los 12 meses siguientes a su estreno, un dato a tener en cuenta. Sin miedo a decepcionar a nadie, defiendo que Lavande 31 es un perfume estupendo para regalar estas fiestas por tres motivos de peso: su aroma (único, pero a la vez apto para casi todos los gustos), su duración y su bonito frasco. Como suele ocurrir, el precio de este perfume varía en función del tamaño. La opción de 15 ml cuesta 90 euros, mientras que la de 50 ml y la de 100 ascienden hasta los 205 euros y los 295 euros respectivamente. En mi opinión, la inversión merece la pena.