No lo podemos evitar: cuando una prenda del fondo de armario regresa (por enésima vez) a primera fila se dibuja una sonrisa en nuestro rostro. Pese a que adoramos las tendencias más arriesgadas y no tenemos miedo a innovar,
hay algo plácido en defender un estilismo repleto de prendas clásicas: la satisfacción de saber, que sí o sí, estás acertando con tu apuesta.
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