¿Juega un matemático a la lotería? El profesor y divulgador Santi García Cremades asegura que sí. “Yo soy matemático, pero también soy persona,” bromea. “La bola no tiene memoria, pero yo sí. Si mis amigos tienen un número, yo me acordaré. Juego por sociabilidad.” Sin embargo, esta afirmación no invita a echarse en manos del azar; más bien abre la puerta a reflexionar sobre la aleatoriedad y la probabilidad.
En el capítulo 53 del pódcast Tampoco es el fin del mundo, García Cremades desmonta el mito de que las matemáticas están hechas para vencer al azar. Y la lotería es un juego de azar puro, mientras que las apuestas y sorteos mal diseñados sí que han sido hackeados por matemáticos en el pasado. Pero nada que ver con los pseudomatemáticos y gurús del éxito personal, que a veces “se manejan en la espuma de los tecnicismos” o la supuesta ciencia para vender cursos para ganar dinero, apostar o invertir.
“Cuando observéis que alguien hace de gurú de las probabilidades y no lo hace gratis, podéis sospechar que su fuente de ingresos no es lo que está recomendando, sino ese curso“, advierte Santi García Cremades. “Los gurús –si no, estafadores– de las apuestas (que proliferan en redes como Telegram) a la larga te hacen perder”.
Paradójicamente, lugares como casinos, ahora, se convierten en lugares de peregrinación y evangelio para influencers de la riqueza y el culto al cuerpo. “Va en el pack Llados, ligar y apostar en el mismo paquete del machoalfismo”. Para García Cremades, ”los matemáticos no estamos haciendo la suficiente divulgación en esta área; parece que nos cuesta hablar de apuestas, de sorteos… pero están haciendo mucho daño en la sociedad”.
García Cremades traza una línea matemática entre juegos como la lotería y otros como las apuestas. “En un casino, la esperanza siempre es negativa. Nunca hay que entrar con la idea de ganar dinero”, sentencia. Los juegos de casino están diseñados para que la banca tenga ventaja. Eso, pese a que en el pasado, equipos de matemáticos como los del Blackjack Team o clanes como Los Pelayos le dieron la vuelta a esta afirmación.
Edward Thorp fue el primero en darse cuenta de que, con paciencia y minuciosidad contando cartas, se puede ganar a la banca jugando al blackjack en un casino. Creó un método, primero asistido por un computador IBM 704. Luego, inventando el primer vestible o wearable de la historia, para comunicarse con el resto del equipo en el casino mediante pulsaciones con el dedo gordo del pie.
Él y sus discípulos demostraron que ciertos juegos de casino no son cien por cien aleatorios. Los sorteos, en teoría, sí. Y sin embargo, algunas loterías han sido vulnerables por fallos de diseño. Stefan Mandel, otro matemático, explotó debilidades en las loterías británicas y australianas y amasó fortunas en premios menores. Pero, según Cremades, “en juegos bien diseñados, como la Lotería de Navidad en España, esto es imposible. Todo está equilibrado para que la probabilidad sea igual para todos”.
¿Qué hace que la Lotería de Navidad sea tan robusta? Las bolas del bombo tienen exactamente el mismo peso (3 gramos) y están grabadas con láser para evitar desequilibrios o un grabado profundo. Hace tiempo, las bolas se pintaban, “la tinta tiene masa, muy poca, pero había una pequeña diferencia entre la bola del 88888 y la del 11111”, explica Santi García Cremades.
Por lo demás, la probabilidad de que te toque el Gordo es de 1 entre 100.000, cada billete tiene exactamente las mismas probabilidades. Paradójicamente, mucha gente ha preguntado a modelos de lenguaje probabilísticos cuál es la probabilidad de que salga uno u otro número. O hasta ha demandado el número exacto del futuro Gordo. “Antes daba una respuesta, se la inventaba”. Ahora ya no. GPT ha aprendido que, en la lotería, los resultados históricos (estadística) no condicionan los resultados futuros (probabilidad).
Los humanos no terminamos de manejarnos del todo bien con estos conceptos. Sobre todo, nos perdemos en los sucesos altamente improbables, como explicaba en este otro capítulo de Tampoco es el fin del mundo el sociólogo y economista Jeremy Rifkin.
Ganar la lotería es uno de ellos. Pero “la vida misma es una improbabilidad. Estar aquí es una anomalía”. Disfrutémosla en toda su incertidumbre. Esto también son matemáticas.