Será, seguramente un día de agosto. Puede que incluso entre 2027 y 2030. Esa jornada de sol infinito, el océano Ártico despertará sin hielo. O, técnicamente, siendo al menos un 95% de agua líquida, cuando lo esperable sería un paisaje blanco y sólido, que acoge a osos polares o focas, como ocurre aún ahora. Eso se desprende de un estudio de Céline Heuzé y Alexandra Jahn (Universidad de Gotemburgo, Suecia) publicado este martes en Nature Communications. Pero esto (aún) no tiene por qué pasar sí o sí.
¿Cómo será el primer día sin hielo ártico? No se puede decir que llegará sin avisar. Pero sí de forma más o menos abrupta. Las climatólogas esperan que se derritan los dos millones de metros cuadrados de banquisa tras uno o varios fenómenos meteorológicos extremos. Conocidos como Eventos Repentinos de Pérdida de Hielo (RIPE), pueden llevar a que un día de verano la capa de hielo sea mínima.
Es un escenario extremo, pero una posibilidad basada en los modelos. En total, nueve simulaciones sugirieron que el primer día sin hielo ártico podría ocurrir en 3-6 años.
No imagines un Polo Norte hecho agua. Papá Noël no se tendrá que mudar a un barco. Seguramente quede hasta un millón de kilómetros cuadrados de hielo en la latitud más alta. Pero esa cifra ya es extremadamente baja, en términos árticos. Y el hielo puede ser mucho más frágil.
Piensa que ese deshielo habrá terminado vertido como agua dulce en el océano, incrementando los desequilibrios ambientales y climáticos. No estamos para frenar aún más las corrientes atlánticas que suavizan nuestros mapas del tiempo en Europa.
“El primer día sin hielo en el Ártico no cambiará las cosas drásticamente”, cree Jahn. Pero desde ese momento, pueden llegar consecuencias en cascada.
Ajena a este estudio, explicaba a Newtral.es una de las mayores expertas en hielos marinos y clima Dorthe Dalh-Jensen (Universidad de Copenhague y Manitoba) que veremos veranos sin hielo ártico en absoluto.
En su visita a España para recoger un Premio Fronteras del Conocimiento este junio, se anticipaba a asegurar que el ritmo actual de emisiones de CO2, el está condenado el permafrost o los glaciares de los Alpes, “que desaparecerán“. Pero ve casi imposible que desaparezca el hielo de Groenlandia o la Antártida. “Esto llevaría miles de años”.
Céline Heuzé y Alexandra Jahn señalan que un RIPE puede ocurrir, por ejemplo, al concurrir:
Esto ya ha pasado. En marzo de 2022, el Ártico estaba 10ºC por encima de lo normal. La zona cercana al Polo Norte estaba casi derritiéndose. No llegó a descender de ese millón de metros cuadrados, pero esto es una ruleta. Cada vez se ven estos eventos con más frecuencia y, para las científicas, esto es jugar (literalmente) con fuego: “Cualquier reducción de las emisiones ayudaría a preservar el hielo marino”, concluye Jahn.
Estudio de Heuzé y Jahn en ‘Nature Comm.’, 2024
Proyección anterior sobre el verano sin hielo de Jahn en ‘Nature Rev. Earth & Environmen’, 2024
Alexandra Jahn (Universidad de Gotemburgo, Suecia)
NASA