Tres meses después de que el 23 de febrero de 1981 un grupo de guardias civiles irrumpiera en el Congreso de los Diputados con las armas en la mano, una decena de encapuchados repitió la misma escena en el Banco Central de Barcelona.
En el nexo entre estos dos tensos episodios de la Transición se centra Asalto al Banco Central, la nueva serie de Daniel Calparsoro, disponible en Netflix. Analizamos en este Fact-Fiction su historia real.
Con el teniente coronel Tejero, recién ingresado en prisión por su intento de golpe de Estado, y la sociedad española aún recuperándose de lo que pudo suponer la muerte prematura de una democracia recién estrenada, Barcelona amaneció con un atraco con rehenes en plena plaza de Cataluña.
11 encapuchados, aunque en un primer momento se pensó que eran más, asaltaron la sede del hoy desaparecido Banco Central de Barcelona, encerrándose dentro con todos sus trabajadores y los clientes que allí se encontraban. Muy poco después del asalto, hicieron público un comunicado de tintes ultraderechistas, en el que exigían la liberación de Tejero y del resto de militares golpistas.
Rápidamente, cobró fuerza la teoría de que entre los atracadores hubiera miembros de la Guardia Civil, como informó La Vanguardia, y según avanzaba la investigación y los hechos, también lo hicieron otras teorías sobre la identidad de los asaltantes.
Como publicó entonces Diario 16, los propios atracadores imitaron durante las 36 horas de encierro una actitud militar, con el fin de retrasar la intervención policial, que hubiera podido suponer un estallido social por lo convulso del clima político.
El líder del atraco, José Juan Martínez, alias el Rubio, declaró tras ser detenido que el asalto se lo había encargado un hombre en la localidad francesa de Perpiñán. Debido al pasado anarquista del Rubio, medios como El Alcázar asumieron la tesis de que los atracadores pertenecían a dicho movimiento, mientras que otros, como Diario 16, achacaron la autoría del asalto al Banco Central a grupos de ultraderecha.
La versión del encargo ultraderechista, la primera declarada por el Rubio, fue incluso defendida por el presidente Leopoldo Calvo Sotelo en el Congreso de los Diputados, como publicó El País poco después del asalto.
José Juan Martínez, sin embargo, cambió su versión ante la policía, y pasó a declarar que el asalto fue idea exclusivamente suya, no encargo de nadie, y que los tintes golpistas se trataban de una cortina de humo para disuadir al Gobierno de usar la fuerza. Así, las motivaciones políticas salieron, temporalmente, de la ecuación, y pasaron a ser únicamente económicas, como informó ABC.
Sin embargo, tras pasar por prisión, el Rubio retomó con más fuerza la versión política del atraco, pasando a asegurar que el desconocido de Perpiñán se trataba de Emilio Alonso Manglano, oficial militar entonces a cargo del CESID, predecesor del actual Centro Nacional de Inteligencia.
Según la versión que Martínez defiende aún a día de hoy, en medios escritos como Deia o en televisiones como Cuatro, los servicios secretos les encargaron sacar del banco unos documentos relacionados con el 23-F, que implicarían a altos cargos políticos y económicos, incluyendo a la Casa Real, que según Martínez, estaría detrás del golpe para luego poder frenarlo y así reforzar su imagen.
Siempre según Martínez, los documentos salieron del banco por medio de un camillero de la Cruz Roja compinchado con los atracadores, aprovechando el momento de evacuar del Banco Central a uno de los rehenes heridos durante el asalto.
Sin embargo, otro de los atracadores, identificado como Mariano, contraviene la versión de su compañero, y sostiene que la exigencia de liberar a Tejero fue una invención sobre la marcha que idearon cuando vieron que se complicaba su huida. En una entrevista a El Español, Mariano defiende el móvil económico del atraco, rechaza la versión del Rubio, y declara sobre la serie de Netflix: “Es tan surrealista lo que cuenta que me da hasta vergüenza. Soy un obrero, un rojo… ¡Y resulta que estaba defendiendo a los fachas! ¡El 23-F! Eso no se lo cree nadie.”
Como declaró el guionista Patxi Amezcua al Diario de Navarra, la serie elige dar por buena la versión de los hechos de José Juan Martínez, alias el Rubio, cerebro de la operación. Por eso, en los créditos finales, realizan algunas aclaraciones, como por ejemplo que la implicación de Manglano en el atraco nunca se ha probado.
Exceptuando las motivaciones políticas del atraco, que en la serie coinciden con las defendidas por el Rubio, y la figura de los dos periodistas de sucesos que cubren el atraco, que está ficcionada, Asalto al Banco Central muestra la mayoría de los hechos tal y como ocurrieron:
Diario 16
ABC
El Alcázar
El País
La Vanguardia