Según ha conocido El Confidencial Digital por fuentes internas de la compañía, la situación crítica de la multinacional comienza a afectar gravemente a los trabajadores. Abengoa ha iniciado los recortes fuera del país, en concreto en las filiales de México y Brasil, para tratar de que estas salidas sean lo más silenciosas posibles.
Tiene en cuenta que si los despidos se centraran en España, en plena campaña electoral para las generales y en vísperas de Navidad, la repercusión sería mucho mayor.
La compañía andaluza tiene 6.000 empleos en todo el país, de ellos 4.000 en la sede central de Sevilla, y 24.000 en el resto del mundo, según los datos de cierre de 2014.
Abengoa comenzó hace una semana con despidos de trabajadores eventuales. Pero ahora el recorte está alcanzando también a empleados con contratos fijos.
La forma de comunicar estas salidas está siendo, a juicio de los afectados, verdaderamente dura. También han dado lugar a episodios especialmente dramáticos.
Por lo pronto, en la mayor parte de los casos, las bajas son transmitidas con apenas una hora de margen para ejecutar el desalojo. Muchos de estos despidos se hacen coincidir además con el final de la jornada laboral. Sin previo aviso, se comunica el cese y se dan 60 minutos a los profesionales para que recojan sus cosas y se marchen.
Los trabajadores aseguran que la compañía se comprometió en su día a facilitar el traslado y retorno a su lugar de origen de los empleados destinados en otros países. Sin embargo, ahora el escenario está siendo radicalmente distinto.
Según ha confirmado ECD a través de fuentes internas de la empresa, la mayoría de estos trabajadores han sido abandonados a su suerte. No se les ha ofrecido ni el billete de avión para que la familia pueda regresar a España.
Se están dando numerosos casos de empleados que han tenido que alojarse a su vuelta en casas de familiares. No tienen dónde vivir. Afirman que esta situación les ha sobrevenido de manera repentina. No habían sido advertidos y, de la noche a la mañana, se encuentran sin casa ni lugar a dónde ir.
Según las fuentes consultadas, la principal preocupación de Abengoa ahora es poder abonar las nóminas a final de este mes, en vísperas de Navidad, a los 25.000 trabajadores que tiene en todo el mundo. No hacer frente a esa obligación provocaría un terremoto en la plantilla.
Abengoa necesita 100 millones de euros de forma inmediata para hacer frente a la extra y las nóminas de diciembre. La situación es crítica y, si no llega ese préstamo de emergencia por parte de los bancos, la empresa da por hecho que no podrá pagar a los trabajadores.
Mientras tanto, la banca acreedora está forzando al límite la negociación. Se resiste a abrir nuevas líneas de liquidez mientras Abengoa no garantice un esfuerzo complementario mediante la aplicación automática de un plan de viabilidad para el futuro de la compañía.
Está obligada a determinar un plan de desinversión de activos por importe mínimo de 1.200 millones y un recorte del 40% de sus gastos corrientes.
El G-7 formado por la banca para negociar la reestructuración de la deuda ha rechazado hasta ahora la solicitud de Abengoa si no hay garantías extras para este crédito. Las entidades acreedoras han pedido como aval Abengoa Yield, la filial cotizada en Estados Unidos, de la que controla un 47% del capital. Un porcentaje que está valorado en más de 600 millones.
