-Como le preguntaron a Borges sobre la poesía, ¿para qué sirve el fútbol?
Cuando llega el fútbol aquí, especialmente al Callao, se practicaba con dos piedritas como arcos y pelotas de trapo. Los ingleses lo trajeron, pero así fue como se fue forjando. Mientras aquí el fútbol nace de una clase social alta y va a los estratos bajos, en Inglaterra es a la inversa: era practicado por la gente del pueblo. Jugaban pueblos enteros y, en un momento, fue vetado, porque los reyes decían: mejor practiquen arco y flecha, un deporte más constructivo de cara a lo que queremos conquistar.
Aún no me dices para qué sirve…
A eso voy… Si tú analizas esa historia, te darás cuenta de que el fútbol está incrustado en la sociedad. Tú no puedes separar la historia del fútbol de la historia de la humanidad, porque, cuando se empieza a industrializar el mundo, y a racionalizar las horas de trabajo, y las personas tienen más tiempo y espacios para disfrutar, el fútbol empieza a ocupar esos espacios. Bien llevado, el fútbol nos puede ayudar a construir una sociedad con una autoestima alta…
¿Aun a un país con tantas derrotas?
Bien llevado. Mal llevado, como en nuestro país, es más bien una válvula de escape. Habría que preguntar cómo es posible que, en un país donde el fútbol no existe como industria –que es lo que yo creo–, cuando juega la selección, la gente haga colas de madrugada, que pague el doble de una entrada de reventa y que encuentres en Lima cuatro diarios deportivos que son de fútbol.
Escucho decir que deberíamos desafiliarnos de la Fifa. ¿Es eso posible?
Claro, es posible. El tema pasa porque desafiliarnos de la Fifa no nos conviene como fútbol, o sea como sociedad futbolera, como clubes, como selección, porque quedaríamos marginados del escenario futbolístico mundial.
¿Y eso es tan grave?
Para nosotros, que estamos en el fútbol, es muy grave…
¿Y para el país?
Para el país, no lo sé. Quizás muchas personas estarían de acuerdo con que nos desafiliemos, y no existamos, y que no compitamos. Pero estamos hablando de la industria que mueve quizás la mayor cantidad de dinero en el mundo. Y no solo dinero, sino pasiones, sentimientos, alegrías, tristezas y a gente de toda condición social…
¿Cuál es tu equipo?
¿Mi equipo? (Risas) Yo soy hincha de Cristal. Hay quienes dicen: ¡cómo es posible que el director del diario Líbero sea hincha del Cristal! Yo les digo: bueno, yo soy hincha del Cristal, pero el diario no es hincha de ningún equipo, el diario es imparcial…
Un periodista político no debe militar en partidos. ¿Por qué uno deportivo sí?
Yo no soy socio de Cristal ni de la U ni de Alianza. Yo soy hincha de Cristal desde pequeñito, desde que Cristal tenía a los mejores jugadores de la Selección. Y me hice hincha del fútbol por Cristal y soy periodista deportivo por Cristal. El que seas hincha no significa que no puedas ser periodista deportivo.
¿No debería ser igual que en política?
Tú puedes enamorarte, casarte, divorciarte las veces que quieras, pero tienes una madre y un equipo, y nunca vas a cambiar de madre ni de equipo. Eso está dentro de ti. El gran error sería que tu hinchaje te lleve a ser parcial.
¿Por qué la fórmula futbolistas y vedettes funciona tanto para vender?
Antes era futbolistas y vedettes. Ahora es futbolistas y modelos o futbolistas y cantantes… Se ha refinado el gusto, porque el futbolista hoy es un metrosexual, gana muchísimo dinero, se mueve por el mundo. Roberto Martínez es el ícono de esa sinergia, cuando se casa con Gisela, que es la representante mayor de la farándula en el Perú.
Pero ¿por qué funciona tanto?
Es una fórmula que ha funcionado históricamente, porque de por medio hay ídolos. El ídolo futbolístico y, voy a utilizar una frase un poco machista que no comparto, la mujer que es la que yo quisiera tener para mí…
¿Un cuento de hadas con pelotas?
Exacto. Yo, en el papel de un hincha, ¡cómo quisiera ser Farfán y estar con Yahaira, o cómo quisiera ser Paolo Guerrero y estar con Alondra, y cómo quisiera haber sido Roberto Martínez y haberme casado con Gisela! Es un coctel que funciona muy bien para la industria, para el espectáculo y para la del fútbol.
¿Cuál es tu portada soñada?
Ah, ¡que el Perú vaya al mundial! Te juro que ese día lloraría. Me emociono, porque yo me hice en el periodismo deportivo con la generación que fue al mundial del 78 y la que fue al mundial del 82. Yo vi el partido del Centenario, 2 a 1, en un televisor a colores en la casa de mi vecino. ¡No te imaginas lo que significó para mí eso!
Me imagino: te has emocionado.
Cuando entré al periodismo, yo tenía la ilusión de que podíamos ir al mundial. Son 32 años y es muy triste hacer periodismo en un escenario como este. Me daría muchísima alegría hacer una portada de Líbero con ¡Perú clasificó al mundial!
El genio de la lámpara te dice: Carlos, hago campeón mundial al Perú, pero te quito diez años de vida.
No lo aceptaría, porque no sé si exista un genio capaz de ese milagro (risas). Sería algo genial, maravilloso, pero no creo que el fútbol, independientemente de todo lo que me ha dado, sea tan injusto de ponerme en esa disyuntiva.❧
Soy periodista deportivo desde hace 30 años. He trabajado en muchos medios y cubierto los más importantes eventos de fútbol. Dirijo el diario Líbero y, desde el 2003, soy el único peruano que participa en la elección del mejor futbolista del mundo. Acabo de publicar, con el auspicio de la USMP, Prensa y fútbol en el Perú, y lo presentaré esta noche en el auditorio Antonio Cisneros de la Feria del Libro Ricardo Palma.
Periodista deportivo. Autor del libro Prensa y fútbol en el Perú.
