Los expertos coinciden en que este enfoque conlleva el riesgo de presentar las dos posturas como “alternativas legítimas”.
La de cómo rebatir a un conspiracionista es una de las incógnitas que los científicos aún no han podido resolver del todo. Y así lo evidenció el debate de más de dos horas que organizó la semana pasada el youtuber Jordi Wild, en el que sentó a unos y otros para “confrontar dos visiones del mundo”, decía.
Sobre este planteamiento, Lucas Graves, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison especializado en desinformación, explica a Newtral.es que “puede ser una forma razonable de ilustrar las diferencias entre el pensamiento conspiranoico y el científico, basado en las evidencias”, aunque detecta un problema en el enfoque de la discusión.
En eso coincide Carlos Elías, catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid: “Hay temas en los que no se puede ser neutral. No se le puede dar la misma validez a la anticiencia porque es una forma de desinformar”.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con esta forma de verlo, sobre todo por dos cosas. No está del todo claro en qué medida la divulgación científica ha sido eficaz a la hora de desactivar determinados discursos conspiracionistas (así lo reflejan algunos estudios).
En un vídeo que subió después del debate organizado por Jordi Wild y en el que justifica su presencia allí, Javier Santaolalla (físico y divulgador) reflexiona sobre esto:
En su vídeo postdebate, Rocío Vidal (periodista especializada en ciencia conocida por su canal La gata de Schrödinger) también va por ahí:
El problema, en este caso, es que se mezclan muchos factores distintos. La expectación generada con el debate, el hecho de enfrentar posiciones irreconciliables o los más de cinco millones de visitas que tiene el vídeo en el canal de YouTube de Jordi Wild son elementos que hacen pensar en un formato de entretenimiento, más que de divulgación, piensa Elías.
Lo que sí está claro es que la repercusión de determinadas conspiraciones es alta y esto puede suponer una desventaja con respecto a la ciencia.
Esto se nota en los miles de visualizaciones que tienen podcasts como Worldcast, al que han ido líderes políticos y sindicales como Alberto Núñez Feijóo o Pepe Álvarez, y en el que se ha dado voz a conspiracionistas y a la extrema derecha sin un contrapunto científico.
Graves cree que “el entretenimiento y el humor pueden ser importantes a la hora de atraer a los espectadores, pero se tiene que hacer siempre de una forma responsable”. Elías va más allá: tiene la convicción de que “en el espectáculo no rige el código ético” y que el interés informativo, en este caso del debate de Jordi Wild, es limitado.
¿Y los fact-checkers? ¿Qué dicen sobre conspiraciones los manuales de verificación que usan los que luchan contra ellas? Uno de los principios básicos es, precisamente, no amplificar aún más los discursos que diseminen este tipo de desinformación.
Lucas Graves, profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison especializado en desinformación
Carlos Elías, catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid
‘COVID-19 Scientific Facts vs. Conspiracy Theories: Is Science Failing to Pass Its Message?’ (Universidad de Nicosia y Universidad de Chipre)
‘¿Hice bien ayer en el debate de The Wild Project?’ (vídeo de Javier Santaolalla)
‘Lo que no se vio del CARA A CARA en THE WILD PROJECT | ¿Sirvió para algo?’ (vídeo de La gata de Schrödinger)
‘How to talk to conspiracy theorists—and still be kind’ (MIT Technology Review)
‘How 4chan and 8kun users rely on YouTube videos to spread climate change denialism’ (First Draft)
‘How Young People Consume News ‘ (Reuters Institute)
‘Conspiracy Theories Can Be Undermined with These Strategies, New Analysis Shows’ (Scientific American)
‘Identifying conspiracy theories’ (Comisión Europea)
Responsible Reporting in an Age of Information Disorder’ (First Draft)