En eso, Rajoy cuenta con el apoyo tanto de Pedro Sánchez como de Albert Rivera porque lo que está en juego es, nada más y nada menos, la posibilidad de que se celebren unas elecciones libres en Siria dentro de 18 meses y que, en consecuencia, un ejército sirio unido haga frente al terrorismo yihadista en su territorio con fuerzas terrestres, lo que se considera indispensable para acabar con el califato que el Daesh ha construido en los territorios que tiene ocupados en su país y en una parte de Irak.
Si se consigue el fin de la guerra civil en Siria, dicen, las fuerzas de liberación de Siria e Irak serían las que pusieran los muertos sobre el terreno y liberarían a Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia del riesgo político y social que supone la devolución a sus países de los ataúdes de sus soldados, que es lo que provoca el mayor rechazo a la guerra de sus ciudadanos y lo que solivianta a sus respectivas opiniones públicas. De hecho, el Ejecutivo español está convencido de que ni siquiera un presidente republicano que saliese de las próximas elecciones norteamericanas estaría decidido a enviar tropas terrestres contra el EI dada la presión que sufriría como consecuencia de los 2.000 muertos que ha tenido en Afganistán, los 4.000 de Irak y los 30.000 lisiados, en general, que ha saldado su participación en los conflictos de Oriente Medio. De ahí que todos los países que combaten al EI, incluida Francia, apuesten por los bombardeos y el trabajo de la inteligencia militar y quieren que sean tropas de países mahometanos, empezando por la propia Siria, las que intervengan sobre el terreno.
La celebración de elecciones libres en Siria dentro de 18 meses se aprobó secretamente en la última reunión de Viena posterior a los atentados de París a la que asistieron los Estados Unidos, Francia y Alemania, contrarios a Bashar al- Asad, y los defensores de la continuidad del dictador, Rusia e Irán. No obstante, faltaron los directamente implicados en el conflicto, el Gobierno de Al-Asad y el ELS.
Con todo, el resultado fue valorado muy positivamente. Según desveló el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, en la cumbre del 14 de noviembre se logró un acuerdo para celebrar elecciones en Siria dentro de 18 meses. Y la responsable de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, añadió que “el proceso de paz podría encarrilarse”, dando a entender que las conversaciones entre el Gobierno sirio y la oposición se celebrarán antes de que finalice el año.
Fuentes diplomáticas y militares españolas han asegurado en privado que el Gobierno piensa que es “imposible” que se celebren elecciones en Siria dentro de 18 meses. Entre otras cosas, precisan, porque Al Asad y sus opositores, actualmente en guerra civil, deberán constituir previamente un Gobierno de concentración que nadie cree realizable en estos momentos si el dictador no anuncia su disposición a renunciar a ocupar la presidencia tras los comicios.
El hecho de que Rusia haya dicho recientemente que al-Asad no es imprescindible para el futuro de Siria y las declaraciones del ministro de Exteriores iraní asegurando que “Irán no pretende mantener a El Asad indefinidamente en el poder”, han abierto nuevas expectativas. Pero, de cara a las conversaciones, persiste la duda sobre cuánto durará y cómo se organizará ese periodo de transición que todos quieren que se lleve a cabo lo más rápidamente posible.
De momento, el régimen sirio está dispuesto a sentarse a negociar con la oposición bajo el auspicio de la ONU para un arreglo político del conflicto. Al tiempo, se está conformando una lista definitiva de los grupos de la oposición que quieren integrarse en una delegación única para participar en las negociaciones. Y se sabe que las conversaciones, ya aceptadas por Damasco y por el ELS, se llevarán a cabo en el dictador sirio, Bashar Hafez al-Asad, y la oposición moderada del Ejército Libre Sirio y otros grupos que combaten a su régimen.
No obstante, el Gobierno español quiere saber qué concluyen los sirios de aquí a fin de año antes de decidir. Sobre todo porque estima que va a ser muy difícil que se cumplan los nueve puntos establecidos en la cumbre de Viena como base para un proceso de paz. La prueba del algodón será el punto nueve, si se consigue o no un alto el fuego.
Los nueve puntos pactados en Viena establecen que son fundamentales la unidad de Siria, su independencia, su integridad territorial y su carácter secular, que las instituciones del Estado permanecerán intactas, que los derechos de todos los sirios, sea cual sea su fe religiosa o pertenencia étnica, deben ser protegidos, que es imperioso acelerar todos los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la guerra y que se garantizará el acceso humanitario a todo el territorio de Siria y los participantes aumentarán su apoyo a las personas desplazadas en el país, a los refugiados y a los países que los acogen.
Además, se añade que tienen que quedar derrotados el Estado Islámico (EI) y otros grupos terroristas, incluidos los calificados como tales por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se pide a la ONU convocar a representantes del gobierno y la oposición siria a iniciar un proceso político que lleve a una gestión de gobierno creíble, de inclusión y no sectario, que deberá elaborar una nueva Constitución y celebrar elecciones libres y justas, supervisadas por la ONU, con los estándares más altos de transparencia. Y que todos los sirios, incluidos los exiliados, puedan participar en esos comicios, que deberán ser supervisados por la ONU. También se establece que el proceso político será dirigido por sirios y será la población siria la que decidirá el futuro de su país y, finalmente, que los participantes y Naciones Unidas explorarán las modalidades de un alto el fuego que deberá iniciarse de forma paralela al nuevo proceso político.
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