Hace unos días se viralizó en redes sociales la imagen de una persona colgada de la fachada de un edificio en el barrio madrileño de Usera. Varias cuentas vinculadas a grupos de extrema derecha atribuyeron la escena a un supuesto crimen asociado a la migración de este distrito —donde uno de cada cuatro vecinos es extranjero— y a las consecuencias de la “multiculturalidad”. La persona se había suicidado y la fotografía no tenía nada que ver con ningún “ajuste de cuentas” o con las bandas latinas, como se había dicho.
En España hay muchos más suicidios que ajustes de cuentas y asesinatos, pero alguien pensó que esa imagen serviría para reforzar una idea que los grupos ultras se están esforzando en instalar a golpe de bulo: que los españoles viven sumidos en la inseguridad. Solo unas semanas antes se había viralizado que los asesinos de un joven en Getxo (Vizcaya) eran “menas magrebíes” o se acusaba a un “inmigrante africano” de haber incendiado una iglesia de Cuenca. Era falso.
Toda esta desinformación va acompañada de discursos como el del grupo neonazi Núcleo Nacional, que hace poco justificó su existencia alegando que “en Madrid, en los últimos años, han aumentado considerablemente los robos, las violaciones, las ocupaciones, los asesinatos, ajustes de cuentas, machetazos” o que hay barrios “donde no se puede pasar (…) porque están llenos de pandilleros sudamericanos o menas africanos que roban a cualquiera”.
En contra de este discurso, en la Comunidad de Madrid se ha registrado un descenso de la criminalidad en los tres primeros meses de 2024. La mayor bajada se ha producido en los homicidios dolosos y asesinatos consumados, que se han reducido un 37,5% al pasar de ocho a cinco en comparación con el mismo periodo de 2023. Es decir, el argumento empleado por esta organización ultra es falso.
La tasa de criminalidad en España —según los últimos registros— es de 48,6 delitos por cada mil habitantes, cuando en 2008 era tres puntos y medio más alta. Sí es cierto que, tras la caída de delitos observada en los años de la pandemia como consecuencia del confinamiento y las restricciones, está repuntando y ya es mayor que en 2019. Pese a todo, hay un 35% menos de homicidios y asesinatos que hace 20 años.
En los primeros tres meses de 2024, según el último balance trimestral de criminalidad elaborado por el Ministerio del Interior, han crecido las agresiones sexuales (+11,6%), los delitos de lesiones y riña tumultuaria (+9,8%) y los homicidios y asesinatos (+8,2%), que pasan de 85 a 92 en el primer trimestre del año. En cambio, bajan los secuestros (-12,5%), los hurtos (-4%), los robos con fuerza en domicilios (-3,4%) o los robos con violencia e intimidación (-2,3%) si se compara con el mismo periodo del año anterior.
Otro ejemplo de los discursos basados en la inseguridad es el de Alvise Pérez, candidato ultra de Se Acabó la Fiesta (SALF) en las últimas elecciones al Parlamento Europeo. Una de sus principales propuestas fue construir una cárcel con capacidad para 40.000 personas inspirada en la prisión impulsada por Nayib Bukele en El Salvador, país donde hay alrededor de cien mil personas encarceladas. La población reclusa en España no llega a 57.000 personas al cierre de 2023.
De hecho, España es uno de los países europeos con menor criminalidad. Según datos de Eurostat, la tasa de homicidios por cien mil habitantes es de 0,69, una de las más bajas de toda la Unión Europea.
En cambio, sí existe una mayor preocupación entre las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por la radicalización violenta de los jóvenes y la influencia que tienen las redes sociales, donde abundan perfiles anónimos cuya única actividad se basa en publicar contenidos que atribuyen crímenes y actos violentos a la población migrante, en muchas ocasiones de forma falsa.
“En los últimos años ha incrementado la preocupación entre los expertos en seguridad pública por el potencial que determinadas campañas de desinformación tienen para fomentar la radicalización violenta”, asegura el último informe de Seguridad Nacional.
En el ámbito de la “extrema derecha violenta” el informe subraya el peligro de la “autorradicalización en línea” y llega a comparar este proceso con “el uso de internet” que hacen “las organizaciones yihadistas”. De hecho, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) está impulsando iniciativas “por la interculturalidad” para prevenir este tipo de actitudes de odio.
