Plasma frío, una terapia prometedora contra heridas y tumores que no puede prometer ‘rejuvenecimiento’

Se suele conocer como el cuarto estado de la materia. Pero el plasma, en realidad, puede verse simplificadamente como un gas al que se le suman o restan electrones, en un proceso que se conoce como ionizado. El fuego, por ejemplo, es gas ionizado. Pero no siempre tiene por qué ser caliente. Y es entonces cuando esa sustancia, a temperatura ambiente, toma ciertas cualidades, que son las que equipos como el de Cristina Canal (UPC) quiere convertir en terapia contra algunos tipos de cáncer infantil, por ejemplo. Esta química está al frente del PlasmaMED lab, que representa uno de los esfuerzos internacionales para aprovechar el plasma frío en terapias aún experimentales, alejadas de pseudociencias.

“El mecanismo de acción principal del plasma se basa en las especies reactivas (átomos neutros, radicales, iones… derivados del plasma) de oxígeno y nitrógeno que contienen los plasmas” explica a Newtral.es desde Barcelona. Allí, junto al área de investigación del Hospital Sant Joan de Déu, empezó a trabajar con un gel tratado con plasma que permite regenerar los huesos en chavales con cáncer de este tipo. Ese biogel no sólo sirve para que crezca el nuevo tejido óseo. En un paso más, la doctora precisa: “Hemos podido demostrar que es posible destruir selectivamente las células cancerosas mediante la aplicación directa de plasma sobre el tumor”, mediante una especie de pistola de precisión que lanza un haz de luz, como si de un falso láser (se parece más a una pistola UV, realmente) se tratase.

Es uno de los ejemplos de uso experimental del plasma frío más prometedores. Y dicho esto, Canal advierte que “tiene aún un largo camino por recorrer para poder llegar al paciente“ y serán necesarios más ensayos, sobre todo para demostrar que –como parece–, el uso de plasma frío podría recortar las dosis de quimioterapia.

El plasma también se está probando en la cicatrización de tejidos o la esterilización de superficies o preservación de alimentos como el pan. Siempre, a un nivel local. El principio de acción es más o menos siempre el mismo: ”Estas especies reactivas actúan como una fuente de estrés oxidativo externo a las células”. Este estrés oxidativo se puede emplear como un arma de doble filo. “A dosis bajas podemos estimular (eustrés) a las células para llevar a cabo eventos de regeneración de tejidos”, explica Canal. A dosis más altas “es tóxico y puede inducir la muerte celular, por lo que es de interés para combatir tumores”. 

Desinfección y cicatrización con plasma frío

Cuando lo que interesa es cicatrizar, el plasma frío puede resultar prometedor en heridas como las que se producen en las venas. En 2023, los hospitales Gregorio Marañón de Madrid y la Clínica Universidad de Navarra presentaron un ensayo clínico para tratar úlceras vasculares con plasma del aire, a presión atmosférica, en forma de chorro. Los pacientes deben ir dos veces por semana a aplicarse cada sesión de plasma o aire ionizado, con una tecnología desarrollada por una empresa biotecnológica navarra.

Se llegó a experimentar con filtros de plasma frío para la desinfección ante el SARS-CoV-2 y contra el antrax.

“Ese flujo de aire aplica dos mecanismos terapéuticos sobre la úlcera de manera sinérgica: campos eléctricos locales que reactivan la microcirculación sanguínea; y oxígeno y nitrógeno ionizados que tienen un efecto bactericida que no afecta a las células sanas, provocando que la herida se cierre rápidamente” explicó José María Lasso, jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Reparadora e investigador principal en la presentación del ensayo, el pasado junio.

Las tecnología de plasma frío también tuvo un pico tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ante el temor a ataques terroristas con antrax, investigadores del Instituto de Plasma C. & J. Nyheim de la Universidad de Drexel diseñaron en 2010 dispositivos plasmáticos de desinfección, ya que ese mismo mecanismo que sirve para atacar a células malignas puede acabar con bacterias y, en menor medida, con virus. Ellos mismos adaptaron el invento, diez años después, para desarrollar filtros contra el SARS-CoV-2, que recibieron más de 200.000 dólares de subvención.

Los plasmas fríos pueden limpiar el aire, generando o no ozono (durante la pandemia se vendieron dispositivos de este tipo, algunos domésticos, de dudosa eficacia). Pero también se pueden usar en la esterilización de material médico o de la cavidad bucal.

Plasma frío atmosférico y la promesa de ‘rejuvenecimiento’

Desde 2015, Canal y sus colaboradores llevan publicando en revistas científicas sus avances, algo que contrasta con las supuestas terapias de rejuvenecimiento y bienestar que se venden como CAP (Cold Atmospheric Plasma). Los pocos artículos científicos de los defensores del uso de plasma frío más allá de terapias cicatrizantes o antitumorales se basan en datos de escasos pacientes o animales de experimentación.

Por ejemplo, en este recopilatorio de estudios al respecto, Dušan Braný y sus colegas reconocen que “lo más probable es que estos procedimientos con plasma frío atmosférico resulten beneficiosos en el tratamiento de tejidos internos además del tratamiento del cáncer. Sin embargo, los análisis actuales de los efectos del plasma frío todavía se centran únicamente en líneas celulares (cultivadas en laboratorio) y modelos animales”. En ningún caso hablan de ‘rejuvenecimiento’, sino de posibles aplicaciones futuras en “medicina regenerativa”.

Las pseudoterapias solo tienen efectos en el bolsillo, en el mejor de los casos.

La falta de evidencia científica no solo es un engaño: también puede poner en riesgo la salud. pic.twitter.com/xOI8ogk1I8

— Mónica García (@Monica_Garcia_G) April 1, 2024

Hay algo escurridizo en el propio término rejuvenecimiento, entendido como reverso de envejecimiento. Desde la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, el profesor de Biología Celular e investigador Guillermo López Lluch parte de una idea: envejecer sí “se asocia con la pérdida de función de las células, que van acumulando algo así como basura”. Pero esta es sólo una de las patas de la explicación, la que también refiere a la teoría de un exceso de radicales libres, o sea, moléculas inestables que se producen durante el metabolismo normal de las células. Esos radicales libres pueden promover mayor oxidación o deterioro. “Pero los radicales libres también son necesarios para mantener la actividad de la célula”, indica.

Un reciente experimento con ratones a los que se les redujo el consumo de oxígeno confirmó que hay muchos factores en el envejecimiento, no sólo la oxidación o los radicales libres. En esta entrevista con el doctor José Viña, el que es uno de los mayores expertos en esta materia dejaba claro que el envejecimiento está ligado a muchos aspectos y no hay una receta mágica antiedad, pero sí una química responsable: “Es cierto que envejecemos porque nos oxidamos, pero no es toda la verdad. Hay otras cosas que nos llevan al colapso energético y vital”. Así que una máquina antioxidante no resolvería el asunto.

Rejuvenecimiento, plasma y radicales libres: “Hay una base, pero se retuerce la evidencia”

Dicho esto, López Lluch descarta que haya terapia alguna que “a través de una máquina pueda rejuvenecer” o “recargar la energía” de las células. Ninguno de los dispositivos de plasma frío usados en los ensayos de los que se han publicado datos se parece a una cama o máquina de cuerpo entero. De hecho, confirma Canal, “los que están autorizados para aplicaciones médicas son dispositivos cuya zona de acción es relativamente pequeña, pensada para tratar una zona afectada por un tumor o una herida crónica”, mediante esa especie de disparos de luz.

El profesor López Lluch cree que las aplicaciones conocidas del plasma frío se circunscriben “a nivel tópico porque tiene sentido activar en un punto la reparación”. Pero eso no es combatir el envejecimiento o estimular las “moléculas de la energía ATP“ o “eliminar los radicales libres”. Para el investigador, hay desde hace años muchas narrativas engañosas alrededor de los radicales libres en productos cosméticos y ahora, particularmente, con supuestas terapias de plasma frío atmosférico. “Se venden muchas cosas que no quitan radicales libre y menos una máquina que ioniza el aire de la habitación”.

Máxime cuando su teórico beneficio tendría que obtenerse a un nivel microscópico o muy específico “en el movimiento de protones a través de las membranas de la mitocondria (la central energética de la célula)”, no por la mera exposición a un aire ionizado de una habitación, aunque sea en una cabina o cama de plasma frío. Ya existen, de hecho, sistemas de plasma frío para tratar el ambiente y dejarlo libre de patógenos de transmisión aérea al 99%, pero su implementación doméstica ha sido complicada, tanto por su coste como por su potencial daño oxidativo en los organismos, a las dosis que se requieren, recuerda el doctor.

¿La lucha contra los radicales libres es una batalla perdida, incluso a nivel cosmético? En 2021, un estudio publicado en Scientific Reports (Nature) apuntaba a que un dispositivo portátil de plasma frío junto al consumo de vitamina C sí podría tener un cierto efecto rejuvenecedor de la piel… en una decena de ratas de laboratorio. Esto no quiere decir que, por ejemplo, ciertas cremas con efecto rejuvenedor no tengan ningún efecto antioxidante, especialmente las basadas en vitaminas C+E o el retinol.

En general, para López Lluch, la principal acción antioxidante en el organismo no se consigue ni por esta vía ni por el consumo de suplementos orales que se venden como tales. Dicho de otro modo, si queremos sentirnos menos envejecidos, hay un puñado de consejos con evidencia, sostenida por las sociedades científicas y médicas: ”El ejercicio mejora los sistemas antioxidantes del organismo; una buena dieta (mediterránea por ejemplo)… es decir, favorece los mecanismos internos, los propios. Otras terapias se revisten de cierta base científica, pero se retuerce convirtiéndose en algo que no es así”, concluye.