La atleta y trabajadora social Aauri Bokesa desarrolla un proyecto con menores en acogida con el que combatir el racismo, la corrupción y otros problemas sociales.
La atleta olímpica Aauri Bokesa (Madrid, 1988) se define como deportista de élite y trabajadora social, dos pasiones innatas con un recorrido muy diferente. A ambas les ha dedicado su vida, pero el atletismo se agota a las puertas de los Juegos Olímpicos.
“Siempre digo que es el último año, pero la retirada es difícil y ahora disfruto del relevo. Para mí el deporte tiene sentido por su componente social”, dice la capitana de la selección en Tokio 2020. A los 34 años, su mente dirige el foco hacia la expansión del proyecto ‘DXT para la Vida’, que utiliza esta herramienta en Centros de Acogimiento Residencial con menores de 14 años, desde donde combate, entre otras cosas, el racismo.
Para Aauri Bokesa ayudar es una obligación social. “De pequeña vi de cerca la realidad de personas con situaciones muy similares. Mi padre viene de la isla de Bioko, en Guinea Ecuatorial. Cuando llegó a España lo pasó muy mal, pero su miedo inicial se transformó en poder para ayudar, así que acogió en casa a muchas personas de su comunidad. Ser hija de inmigrantes me hace entender el miedo. Quienes hemos tenido suerte en la vida debemos tener responsabilidad social”, comenta en Newtral.es.
Centros donde se desarrolla el proyecto de Aauri Bokesa:
La especialista en 400 metros lamenta que durante tantos años se pidiera a los deportistas no implicarse en la sociedad. “Te decían que no tenías que mezclar deporte y política”, recuerda. Junto al profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, Rodrigo Pardo, imparte actividades deportivas a menores que no tienen red de apoyo o que tienen ideas pero no saben cómo desarrollarlas.
En estos centros realizan sesiones deportivas dos veces por semana y actividades especiales con clubes como el Estudiantes. Además, les introducen en el mundo real a través de colaboraciones o prácticas, como la de ser tercer o cuarto entrenador. “Es lo que llamamos proceso de autonomía y transición a la vida adulta”.
Los preadolescentes imaginan un futuro ligado al deporte. “Tenemos un chico que está obsesionado con ser conserje de una instalación deportiva, por ejemplo. Algo que para otros sería una cosa menor, para él empieza a ser importante, un objetivo. Les damos responsabilidad y les enseñamos rutinas. Hablamos de utilizar el deporte como excusa. No trabajamos con ellos para que sean deportistas. El deporte es una herramienta para trabajar adicciones, trastornos alimentarios, violencia de género… Un montón de problemas sobre los que aplicar una metodología”.
Con esta idea, Aauri Bokesa señala la creación de referentes en centros donde la realidad de los niños es difícil de asimilar y genera problemas de autoestima. “A través de mi historia conocen a una referente, pero vienen otros perfiles a visitarlos. Por ejemplo, Adi Iglesias, una atleta albina que tuvo que huir de Mali y que vivió en acogimiento cuando era menor”.
El objetivo del programa ‘DXT para la Vida’
Desarrollar ciertas actitudes y conductas que ayuden a los menores a poseer las herramientas necesarias para evitar encontrarse en una situación de exclusión social. Para la consecución de dichos objetivos se aplican una serie de estrategias con el objetivo de transmitir los valores del juego limpio que permitan evitar situaciones de exclusión, presentes y futuras, en los alumnos participantes en el programa. En DXT para la vida se busca ofrecer una enseñanza de calidad, capaz de desarrollar aspectos de equilibrio personal, cognitivo, social y emocional.
La propia Aauri Bokesa se identifica con el proceso de construcción de la identidad de estos menores. “Tengo 34 años y hasta hace tres o cuatro no he encontrado mi identidad”, explica. Hija de inmigrantes pero nacida en España, durante gran parte de su vida ha sufrido racismo. “No me he sentido española escuchando el himno o en un podio porque desde muy pequeña me han hecho sentir que no soy española. Son muchos años representando a un país donde hay muchísima gente que no siente que yo sea de aquí”.
Ese racismo lo vive en el día a día de su deporte, donde lee comentarios sobre su nacionalidad tras los logros. Siempre ha escuchado que si algún día batía un récord de España no sería “español, español” porque su físico no lo es. “He nacido en España, me he criado igual que todos los niños españoles, he ido a la escuela, he jugado a lo mismo, he cantado lo mismo… pero desde pequeña he escuchado que no era de aquí. Y con ello es difícil saber qué eres cuando no conoces otra cosa”.
Después percibió que la discriminación era en dos direcciones. “Al principio pensaba que eran los blancos que no me veían como española y esa aceptación es dura. Pero luego chocas con la otra realidad, la de los migrantes que no se sienten españoles y que a ti no te consideran igual que ellos porque has nacido aquí. Con mucho tiempo he ido construyendo la identidad. Ahora me siento española, africana y bubi, la comunidad a la que pertenezco”.
La implicación social de Aauri Bokesa le lleva a pensar en el deporte como herramienta educativa, pero alerta de un matiz. “Siempre digo que el deporte no es bueno”, dice con rotundidad. La atleta no cree que el deporte por sí mismo sea útil si no tiene un entorno concreto. “No dejan de existir todos los problemas de la sociedad. Todo está en el deporte”, insiste. “Si pretendes que tu hijo empiece a hacer deporte simplemente por la idea de que es bueno, te equivocas”.
Por este motivo, Aauri Bokesa recalca la necesidad de contar en el deporte con profesionales educados, formados “y que entiendan que trabajan con personas”. Y de ahí su interés por hablar abiertamente de las cuestiones negativas del entorno deportivo. “Hasta hace muy poco había un miedo extendido a hablar de las cosas más feas del deporte. Es importante hablar de problemas como racismo, corrupción o abusos porque es un reflejo de la sociedad. La realidad es que puede ser una herramienta positiva, pero para que sea educativo debe fomentar el desarrollo personal”.
Para Aauri Bokesa, sería importante eliminar la construcción social alrededor del éxito de los deportistas, especialmente de los que acuden a los Juegos Olímpicos o no consiguen medallas. Ella, que ha estado en Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2020, insiste en que a la mayoría de estos deportistas se les exige más de lo que el deporte les da.
Y, en cualquier caso, sin medalla no hay voz. “Necesitas tener relevancia para ser escuchada. Y los deportistas que no somos mega cracks tenemos mucho que aportar a la sociedad a la hora de hablar de salud mental, problemas alimenticios, salud menstrual, racismo, etc.”.
En mitad del estrés por su posible retirada, Aauri Bokesa centra sus energías en disfrutar en un contexto en el que desde Tokio 2020 sintió el peso de la edad, el vacío en el atletismo. “Los patrocinadores ya no me quieren, buscan a las nuevas promesas, a su gran apuesta de futuro. Este proceso mental produce estrés. El motivo por el que me mantengo es por mis compañeras, por el relevo que hemos creado maravilloso. Sigo en el deporte, una vez más, por su componente social”, concluye.
