Un alumno en riesgo de suicidio debe estar constantemente vigilado, así lo señalan todos los protocolos de actuación que han puesto en marcha todas las comunidades autónomas en sus colegios. No obstante, la manera de implementar esta vigilancia depende de la capacidad de cada centro. Una solución rocambolesca es la que han encontrado los docentes de los institutos de Madrid: Cuando un alumno en riesgo pide ir al baño, antes de permitirle salir, el profesor pide a otro estudiante que vaya a la sala de estudios a buscar algo. Este mensaje en clave sirve para avisar a otro profesor de que debe acompañar al alumno en riesgo al baño y, de nuevo, a la clase.
Así lo cuenta a Newtral.es Esteban Álvarez, director de un instituto de la región y presidente de la asociación Adimad, que agrupa a los directores de los centros públicos de Madrid. Esta actuación ocurre al margen del protocolo que aprobó la Consejería de Educación de la autonomía hace poco más de un año y que, según denuncian los docentes, se queda corto para enfrentar la magnitud del problema.
Según los datos de Adimad y que comparten el resto de docentes y especialistas consultados por Newtral.es, la salud mental de los alumnos ha empeorado a partir de la pandemia, que disparó el sentimiento de aislamiento y soledad. En 2021, el suicidio fue la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años, después de los accidentes de tráfico y los tumores, según el INE. Además, aquel año se registró la cifra “histórica” de suicidios de menores de 15 años (22 se quitaron la vida frente a los 14 de 2020, que ya marcaron un máximo) según apunta el Observatorio del Suicidio.
En 2021, el Gobierno estableció en la ley de protección a la infancia que las autonomías deben aprobar protocolos de actuación para prevenir el suicidio y la autolesión en el ámbito escolar. De esta forma, las 17 comunidades autónomas (el Ministerio de Educación actúa como administración educativa en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) han ido publicando sus guías desde entonces, según han compartido con Newtral.es las consejerías de Educación de cada región.
La gran mayoría de las comunidades, como la Valenciana, Cataluña, Aragón, Castilla y León, Baleares, Canarias, Extremadura o Andalucía han aprobado sus protocolos para prevenir el suicidio en los colegios por primera vez hace apenas unos meses. Otras, como Galicia y Castilla-La Mancha ya contaban con uno desde 2017 y 2020, respectivamente. La única que aún no lo ha desarrollado es La Rioja, que afirma que aún está ultimando un plan que presentará la semana que viene.
El protocolo de Madrid, por ejemplo, consiste en un equipo especializado que se desplaza a los centros afectados para asesorar a los docentes y colaborar con ellos a la hora de actuar y elaborar propuestas de intervención. Además, hay publicada una guía que incide en la vigilancia del menor en riesgo y en la coordinación con la familia.
El de Extremadura incluye información para desmontar mitos sobre el suicidio en la comunidad educativa. Un ejemplo: hablar con la persona sobre lo ocurrido no incita al suicidio, al contrario, disminuye el riesgo. O no tomar como una simple llamada de atención el hecho de que un alumno comunique que se ha autolesionado. Otro ejemplo: No hay que mantener en secreto los pensamientos suicidas del alumno porque el tabú impide activar las redes de apoyo.
La guía de Aragón incluye otras figuras de apoyo como los alumnos “ayudantes”, los “ciberayudantes”, el “hermano mayor mediador” o el “alumno de confianza”. Son estudiantes a los que se instruye para que detecten situaciones de riesgo o de bullying tanto en el centro como en las redes sociales. El protocolo de Valencia propone un nuevo programa con talleres impartidos por psicólogos clínicos dirigidos a alumnos de secundaria tras registrar el curso pasado que el 0,2% del alumnado de la Comunidad había comunicado conductas suicidas, según la Conselleria de Educación que admitió encontrarse en “alerta máxima”, como informó Efe.
Los protocolos de las administraciones son muy recientes por lo que no es posible evaluar su impacto en la prevención del suicidio y las autolesiones en los colegios. Sin embargo, los expertos consultados advierten que ninguno es suficiente para solucionar la magnitud de un problema cuyo aumento es “exponencial” desde la pandemia.
En concreto, los profesionales describen a Newtral.es la falta de medios para afrontar un problema que reconocen que les desborda. Solo la semana pasada: un niño de 15 años de Tarragona con autismo intentó suicidarse por las burlas que recibía en el colegio, dos hermanas se precipitaron por el balcón de su casa en Barcelona y el equipo directivo de un centro de Valencia dimitió en bloque por la falta de recursos ante los 15 casos de conductas suicidas de su alumnado. Y esos son solo los casos que han trascendido a los medios de comunicación. “Hay muchas consejerías que tratan de no difundirlos, de ocultarlos. En Madrid por ejemplo ha habido casos de suicidio en institutos la semana pasada que no han trascendido”, indica Álvarez.
“Los protocolos para prevenir el suicidio en los colegios por sí mismos no solucionan el problema, a veces solo añaden mayor burocracia para el docente”, añade el presidente de Adimad. “La clave para que los protocolos funcionen es dotarlos con medios, con personal especializado que trabaje coordinadamente con las familias, que se contrate a equipos de psicólogos que puedan desplazarse a los colegios para atender a los alumnos que lo requieran”, enumera. “El problema requiere de una intervención psicológica que los profesores no podemos ejercer”, continúa Álvarez que asegura que los docentes están sobrepasados. “Además de ocuparnos de nuestra actividad lectiva, tenemos que procurar que los alumnos no estén expuestos a situaciones de riesgo, es inasumible”, asegura.
De la misma manera se expresa Nany Pizarro, profesora de instituto y directora de Salud Laboral del sindicato Comisiones Obreras. “La normativa la tenemos, la formación también. El verdadero problema son los recursos: normalmente hay un solo orientador por colegio, que se ocupa principalmente de la orientación académica, no de la salud mental”, afirma.
Teresa Hernández, coordinadora estatal del Servicio del Defensor del Profesor del Sindicato de Profesores (ANPE), coincide con el resto de expertos. “La principal dificultad es que los docentes no disponen de horas establecidas en su horario de trabajo para desarrollar los protocolos”. Para Hernández, las guías de las comunidades deberían ir precedidas de una memoria presupuestaria que contemple la formación y la asignación horaria para el desarrollo de los mismos. “Al no existir esa memoria presupuestaria queda en una mera burocracia y en un aumento de ansiedad entre los docentes responsables de llevar a cabo el procedimiento”.
Paula García, psicóloga especializada en trastornos mentales, recuerda, no obstante, que la publicación de estos protocolos y guías para prevenir los suicidios en los colegios son buenas noticias. “Cada vez se habla más de salud mental, se está normalizando ir al psicólogo, hablar de bullying, denunciar el acoso escolar”, expone. Sin embargo, la también autora del libro Prevenir el suicidio: una guía para ayudarte a ayudar (Almuzara), apunta a que en los institutos se sigue desatendiendo la gestión emocional. “Cuando un alumno necesita este tipo de ayuda, no sabe a quién acudir porque no hay una unidad de especialistas en salud mental en los centros”, indica. La psicóloga recuerda que es importante saber gestionar no solo el problema del suicidio sino en general el sufrimiento a una edad tan delicada como la adolescencia. “Sin olvidar al profesorado, que sufre como ninguna otra profesión esta carga y tensión emocional”, añade.
Paula García, psicóloga especializada en trastornos mentales
Teresa Hernández, coordinadora estatal del Servicio del Defensor del Profesor del Sindicato de Profesores (ANPE)
Nany Pizarro, profesora de instituto y directora de Salud Laboral del sindicato Comisiones Obreras
Esteban Álvarez, director de un instituto de la región y presidente de la asociación Adimad
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