Si la campaña de “Quédate en casa” puso de manifiesto que miles de personas en España no tienen una donde pasar la cuarentena, la actual desescalada vuelve a exponer la realidad del sinhogarismo: mientras para la mayoría volver a la calle es un síntoma positivo, para muchos otros es el retorno a la exclusión.
Según datos aportados por la Fundación Hogar Sí, en España ahora mismo hay “entre 31.000 y 35.000 personas sin hogar”. “Y en Madrid, cerca de 3.000, pero podrían ser más”. El director de esta ONG, José Manuel Caballol, señala a Newtral.es que “es imposible saber el número exacto porque no hay un registro oficial como tal”.
En Barcelona, el último recuento realizado por la Fundació Arrels, que trabaja también en el ámbito del sinhogarismo, contabilizó 1.239 personas durmiendo en calle (excluyendo las que consiguieron alojarse en recursos puestos en marcha por el Ayuntamiento de la Ciudad Condal).
Varios gobiernos autonómicos y locales han puesto en marcha iniciativas para ofrecer alojamiento de emergencia a este grupo de población. En el caso de Madrid, el Ayuntamiento habilitó el pabellón 14 de IFEMA, con 150 plazas, por el que han pasado “314 personas en situación de calle” desde su apertura en marzo, indican fuentes del Consistorio a Newtral.es.
En Barcelona, otra de las ciudades donde la pandemia ha sido más feroz, se habilitó la Fira con capacidad para albergar a 450 personas, señala en su página el Ayuntamiento barcelonés, donde finalmente llegaron a alojarse “800 personas”, según recoge la agencia EFE.
Mientras la desescalada avanza, la pregunta que se formulan las organizaciones que trabajan con personas sin hogar es qué pasará cuándo cierren estos alojamientos de emergencia. José Manuel Caballol, de Hogar Sí, apunta que desde la fundación han trazado un “plan de transición” con un primer objetivo: “Que los recursos se alarguen en el tiempo. Necesitamos una solución, no podemos devolver a estas personas a la calle”.
El Ayuntamiento de Barcelona explica que los dos pabellones facilitados por Fira de Barcelona seguirán en funcionamiento hasta el 30 de septiembre. Ferran Busquets, de la Fundació Arrels, cuenta a Newtral.es que “no queda muy claro dónde reubicarán a estas personas a partir de ahora”: “Nos consta que están tratando de poner en marcha servicios e iniciativas, pero no sabemos a cuánta población en situación de calle podrá beneficiar. Tampoco han sido muy transparentes con el perfil de personas que han acudido en estos meses de confinamiento”.
Por su parte, el pabellón 14 de IFEMA ya ha cerrado, aunque desde el Ayuntamiento aseguran que “se han puesto en marcha soluciones para no dejar a todas estas personas sin una opción”. Así, según el área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Consistorio madrileño, de las 314 personas que han pasado por IFEMA, “109 han sido reubicadas en la red estable de personas sin hogar y 7 en la red de migración porque eran solicitantes de asilo”. “El resto, por propia iniciativa, ha decidido rechazar la opción de albergue”, añade dicha fuente.
José Manuel Caballol apunta que “hay que trascender la idea de alberguismo, dotando a esta población de viviendas normalizadas”. Según el Ayuntamiento de Madrid, están trabajando en iniciativas habitacionales más allá del alberguismo, como serían Housing First, Housing Led o No Second Night. Además, aseguran, han ampliado “la campaña del frío, que siempre acaba en marzo, y este año se va a prolongar”. Esto significa que los centros a los que pueden acudir las personas sin hogar durante los meses de invierno para comer, cenar y dormir estarán habilitados (al menos, algunas de sus plazas) durante los próximos meses también.
El director de Hogar Sí celebra la iniciativa pero considera que es “insuficiente”, y no solo en Madrid, sino en todo el país. Según un mapa elaborado por esta fundación con información de 90 municipios, en España se han habilitado “7.341 plazas de emergencia para ofrecer alojamiento y atención básica”.
Plazas que, al ser de emergencia, se postergarán o se eliminarán pero no parece que se vayan a convertir en viviendas: “El 91% de recursos que se han puesto en marcha son alojamientos colectivos, es decir, similares a los albergues y centros de atención ya existentes. Casi un 8% de estas nuevas plazas se han habilitado en hoteles y pensiones y menos del 1% del total, en viviendas normalizadas”, explican desde Hogar Sí.
Fernando, de 43 años, pudo acceder a una de las viviendas del modelo Housing First, impulsado en España por Hogar Sí bajo el nombre de ‘Hábitat’. Gracias a un sorteo, a Fernando, que llevaba cuatro años viviendo en la calle y que se había apuntado a esta iniciativa un año atrás, le ofrecieron un piso de dos habitaciones en A Coruña. Aceptó y en noviembre de 2019 le dieron las llaves: “Al principio todo era extraño, no sabía cómo hacer que aquello fuese un hogar”.
Fernando paga el 30% de sus ingresos por su vivienda: en total, 129 euros de los 430 que recibe de la Renta Mínima de Inserción. Goza de “los mismos derechos y responsabilidades que cualquier persona que alquila una vivienda”, explica.
La llegada de la pandemia ya le pilló en casa, en su nueva casa. “Acababa de trasladarme hacía poquitos meses. Me ha dado una tranquilidad inmensa pensar que no tengo que estar dando vueltas cada día pensando en buscar un sitio donde dormir”, cuenta.
Fernando recuerda que le resultaba imposible encontrar una habitación donde alojarse: “O no la puedes pagar, o no cumple unos mínimos, o no te la quieren alquilar. En mi caso, al estigma de ser una persona sin hogar se suma otro: ser de etnia gitana”.
José Manuel Caballol ahonda en esta idea: “Creer que una persona está en la calle porque quiere es un error y un mito”. Según él, la “hostilidad del mercado de alquiler es aún mayor para las personas sin hogar, incluso cuando tienen trabajo”.
En este sentido, desde el Ayuntamiento de Madrid señalan que “hay personas albergadas en IFEMA durante la pandemia que ahora han rechazado ser realojadas”. Sobre esto, el director de Hogar Sí insiste en la necesidad de ir más allá de los albergues tradicionales: “La gente sin hogar rechaza ir en algunas ocasiones a los sitios que les ofrecemos porque son bastante indignos. A veces no quieren ir porque no se les deja entrar con su pareja o con su animal de compañía; otras porque para esas personas tener que compartir habitación con 10, 12 y hasta 15 personas les genera inseguridad”.
Ferran Busquets, de Fundació Arrels, explica que desde el Ayuntamiento de Barcelona reconocen que “gran parte de las personas a las que se les ha dado servicio se acababan de quedar en situación de calle por culpa de la pandemia”.
Es también el análisis que ofrece el Ayuntamiento de Madrid, que en conversación con Newtral.es asegura que “un alto porcentaje eran personas que se quedaron sin casa al empezar la crisis sanitaria”. Desde el Consistorio ponen el ejemplo de “un conductor de Uber que se quedó sin trabajo”.
Busquets defiende que la vivienda es un derecho, una asunción desde la cual articula su queja a los servicios habitacionales de emergencia: “Esperar que los albergues públicos que existen en Barcelona acojan a las personas que ahora se alojan en plazas de emergencia es un espejismo porque la lista de espera de estos centros ya oscilaba entre los cinco y los siete meses antes del estado de alarma”.
