Por qué no debes dejar la puerta de la lavadora abierta durante demasiado tiempo
La lavadora es uno de esos aparatos domésticos cuyo funcionamiento se da por hecho hasta que aparece un problema. Sin embargo, también en un entorno donde humedad, calor y restos orgánicos conviven a diario. En ese contexto, pequeños hábitos adquiridos casi de forma automática pueden tener consecuencias a medio plazo que no siempre se tienen en cuenta.
Durante años se ha extendido la idea de que dejar la puerta abierta tras cada lavado es la mejor manera de evitar el moho y los olores desagradables. El consejo se repite en conversaciones, foros y recomendaciones informales. Sin embargo, algunos expertos en limpieza y mantenimiento doméstico empiezan a matizar esta práctica y advierten de que mantener la puerta abierta durante demasiado tiempo no siempre juega a favor del electrodoméstico.
¿Por qué no debes dejar la puerta de la lavadora abierta todo el rato?
Las lavadoras reúnen varias condiciones que favorecen la proliferación de moho: humedad persistente, temperaturas templadas y zonas poco ventiladas. Un portavoz de la empresa estadounidense Emily’s Maid, especializada en limpieza profesional, recuerda que se trata de “un espacio húmedo y oscuro, que suele estar cerrado”, lo que explica por qué los olores y los hongos aparecen con relativa facilidad si no se realiza un mantenimiento adecuado.
Aunque cualquier modelo puede verse afectado, las lavadoras de carga frontal presentan un riesgo mayor. La junta de goma que rodea la puerta, diseñada para garantizar la estanqueidad durante el lavado, tiende a acumular agua, restos de detergente y fibras textiles. Ese residuo, si no se limpia con regularidad, se convierte en un caldo de cultivo ideal para el moho.
Abrir la puerta tras terminar un ciclo ayuda a que la humedad residual se evapore. El problema surge cuando esa apertura se prolonga durante horas o incluso de forma permanente. La exposición continua al aire y a la luz puede afectar a componentes que no están pensados para permanecer así de manera constante.
Las bisagras metálicas, los muelles y, especialmente, las juntas de goma pueden sufrir un desgaste prematuro. Estas piezas están diseñadas para trabajar en ciclos cerrados, con presión y humedad controladas. Cuando se mantienen abiertas durante largos periodos, pueden perder elasticidad, resecarse o deformarse. A medio plazo, esto puede traducirse en un mal sellado de la puerta y aumentar el riesgo de fugas de agua durante el funcionamiento.
Los especialistas coinciden en que el objetivo no es mantener la lavadora herméticamente cerrada tras cada uso, sino encontrar un punto intermedio. Según recomiendan, dejar la puerta abierta unos minutos después de sacar la ropa suele ser suficiente para que el exceso de humedad desaparezca. “Dejar la puerta abierta solo cinco minutos después de sacar la ropa, sobre todo si el baño está caliente y húmedo tras lavar a altas temperaturas, es suficiente”, señalan desde el equipo de expertos.
Este breve periodo de ventilación reduce la condensación interna sin someter a las piezas a una exposición prolongada que pueda acelerar su deterioro.
Más allá de la posición de la puerta, el factor determinante para evitar el moho sigue siendo la limpieza regular. Las juntas de goma, el cajón del detergente y el interior del tambor deben revisarse y limpiarse de forma periódica. Muchos fabricantes recomiendan realizar ciclos de lavado en vacío con agua caliente y productos desinfectantes específicos para eliminar residuos y bacterias acumuladas.
También influye el entorno donde se ubica la lavadora. Los espacios mal ventilados y sin luz natural favorecen la humedad persistente. Siempre que sea posible, mejorar la ventilación del cuarto o permitir la entrada de luz natural puede ayudar a reducir la aparición de moho, que suele prosperar en ambientes oscuros.
La durabilidad de la lavadora depende menos de gestos aislados y más de un uso consciente y equilibrado. Revisar hábitos cotidianos, incluso los más arraigados, puede marcar la diferencia entre un electrodoméstico que envejece bien y otro que empieza a dar problemas antes de tiempo.