Fallece John Robertson, el delantero que dio una Copa de Europa al Nottingham Forest en el Bernabéu
El 28 de mayo de 1980 un gol de John Robertson daba al Nottingham Forest su segunda Copa de Europa en la final que se jugaba en el Santiago Bernabéu contra el Hamburgo de Kevin Keegan. La casualidad quiso que el único equipo que ha ganado más Copas de Europa que ligas de su país consiguiera ese éxito en el estadio del equipo que más veces ha ganado el máximo trofeo continental.
Aquel equipo que entrenaba Brian Clough comenzaba en Peter Shilton y terminaba en el número 11 de John Robertson un extremo izquierdo escocés que se hizo leyenda en el equipo de Nottingham, El año anterior ya había dado el pase de gol para la victoria ante el Malmoe que significaba la primera Copa de Europa para el Forest. El gol lo marcó otra leyenda ya fallecida, Trevor Francis, uno de los mejores futbolistas de la época, con el que compartía una delantera que completaba Tony Woodcock, otro internacional inglés.
Los tres jugaron después el Mundial 82 disputado en España: Francis y Woodcock, con Inglaterra; Robertson, con la Escocia de Jock Stein, que tuvo la mala suerte de caer en el mismo grupo que Brasil y la URSS. Robertson marcó en la victoria de Escocia por 5-2 ante Nueva Zelanda.
Pero los mejores momentos del extremo escocés llegaron con el Nottingham Forest, al que estuvo ligado durante casi toda su carrera. Jugó allí en dos etapas, 1970-83 y 1985-86. Sólo salió para jugar dos temporadas en el Derby County antes de regresar a su equipo de siempre para retirarse. Con el Forest jugó más de 500 partidos y marcó 95 goles. «Nos rompe el corazón anunciar el fallecimiento de la leyenda del Nottingham Forest y querido amigo, John Robertson. Un verdadero grande de nuestro club y dos veces ganador de la Copa de Europa, el talento incomparable de John, su humildad y su inquebrantable devoción por el Nottingham Forest nunca serán olvidados. Nuestros pensamientos están con la familia de John, sus amigos y todos los que lo amaban. Descansa en paz, Robbo… Nuestro más grande», lo despidió el Nottingham Forest en las redes. Robertson, que nació el 20 de enero de 1953, ha fallecido en el día de Navidad con 72 años.
Robertson lo tenía casi todo en contra para triunfar. Tenia tendencia al sobrepeso, demasiada querencia a las comidas grasientas, fumaba, bebiía y sus horarios no eran demasiado ordenandos. Hasta que Brian Clough se cruzó en su camino. El legendario entrenador inglés le describió como el Picasso del fútbol por su capacidad para inventar, era un extremo habilidoso e imaginativo, pero para llegar a eso Clough tuvo que corregir su gusto por la mala vida.
«A Brian Clough se lo debo todo. Nos cambió la vida a mí y al club, cuando llegó estábamos en el fondo de la segunda división», reconocía Robertson. Lo primero que hizo con él fue cambiarlo de posición. «Si tú eres medio centro, yo soy Frank Sinatra», le dijo. Y lo situó como extremo izquierdo. Lo siguiente fue hacerle unas recomendaciones sobre su estilo de vida. «Me dijo que formaría parte del equipo siempre que perdiera cinco kilos, dejara de comer comida basura, dejara de fumar, bebiera menos, me acostara antes por la noche y empezara a entrenar en serio», contaba. Robertson le hizo caso en todos menos en dejar el tabaco. Era imposible para él abandonar el cigarrillo.
Al jugador escocés le pedían que hiciera cosas que no sabía. «No puedo correr, no puedo hacer entradas y no puedo rematar de cabeza», decía. La orden de Clough fue prohibirle regresar a su campo, perseguir a los rivales y tirarse al suelo para hacer entradas. Quería que estuviera fresco para que cuando recibiera el balón pudiera explotar su regate y su disparo con las dos piernas. El juego de cabeza no era lo suyo, pero el único gol que marcó de cabeza fue uno de los más importantes. Unos días antes de jugar la semifinal de la Copa de Europa de 1979, su hermano y su cuñada fallecieron en un accidente de coche del que su sobrina de ocho años salió ilesa. Hughie, su hermano, conducía el coche que le había sido de Robertson y que el futbolista le había regalado después que Brian Clough consiguiera que el Forest regalara un Toyota Celica a cada jugador por se campeones de Liga.
Robertson no pensaba jugar aquel partido de ida de las semifinales de la Copa de Europa, pero la compresión y el cariño de Clough le hicieron cambiar de idea. «Haz lo que quieras», le dijo. «Tienes mi pésame y todo mi apoyo». Y Robertson decidió jugar un partido que nació torcido en el barrizal del City Ground. El Colonia comenzó ganando 0-2, pero el Nottingham Forest dio la vuelta al marcador con un gol de Robertson de cabeza. El único de su carrera. Después, aquel extremo gordito y fumador fue decisivo para que el equipo de su vida tenga dos Copas de Europa.