Mentir no siempre implica inventar una historia falsa. Muchas veces el engaño pasa
desapercibido porque se disfraza de normalidad, de respuestas correctas, incluso de verdades. Convivimos a diario con pequeñas omisiones que no levantan sospechas, precisamente porque no suenan a mentira.
Y por eso resultan tan difíciles de detectar.
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