Los resultados electorales conocidos el pasado fin de semana en la Comunidad Autónoma de Extremadura han desatado una oleada de interpretaciones, análisis y extrapolaciones que, en muchos casos, pecan de precipitación. Salvo aquellos analistas orgánicos, dependientes del oráculo demoscópico del CIS y de su ya conocida falta de autonomía intelectual, el consenso general apunta a una conclusión clara: la victoria del Partido Popular ha resultado deslucida por su escaso crecimiento en términos de rédito electoral, eclipsada por el avance contundente de Vox y el mantenimiento del espacio comunista. La debacle del PSOE extremeño, además, no puede desligarse de un contexto político marcado por la ocultación de un dirigente investigado que se aferra a las argucias legales que proporciona el poder...
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